En el Microcentro de la Ciudad de Buenos Aires los espacios verdes son muy escasos. Partiendo de este diagnóstico y tras ver su actividad afectada por la pandemia, un grupo de empresarios, dueños de oficinas y garajes, decidió hacer una reconversión de su negocio construyendo una terraza verde productiva en el techo de un edificio de oficinas vacío, ubicado entre las calles Mitre y Esmeralda. El proyecto se llama Bee Green.
El emprendimiento va en línea con el plan del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de reconversión del microcentro porteño para que deje de funcionar exclusivamente como un centro financiero y se convierta en una zona residencial. Allí se buscan generar soluciones urbanísticas a través de intervenciones en el espacio público y edificios públicos, para impulsar la transitabilidad peatonal, mejorar el espacio público existente y promover el aumento del espacio verde público y de los espacios de recreación y encuentro social.
En 2021, Bee Green fue el ganador del Desafío Buenos Aires Resiliente, que se enmarca en la Iniciativa Regional de Ciudades Resilientes, cuyo propósito es mejorar la resiliencia urbana en América Latina y el Caribe. “Participar del Desafío nos ayudó a pasar de una idea a una realidad”, expresa Martín Schamis, uno de los referentes de Bee Green.
Bee Green ofrece una gama completa de soluciones en el diseño e implementación de proyectos para enverdecer y optimizar el uso de los recursos en las actividades humanas que se desarrollan en contextos urbanos e industriales. Desarrollan espacios verdes en todo tipo de lugares y superficies con fines productivos, ambientales, sociales o decorativos; construyen Jardines Verticales y Muros Verdes para eventos comerciales, empresas o edificios particulares; y organizan capacitaciones sobre huertas urbanas.
En paralelo, el grupo creó un producto al que llamaron Ever garden, que consiste en un módulo cúbico reticulado que contiene una bolsa de fibra geotextil como soporte de sustratos para el cultivo vegetal. Está desarrollado a partir de materia prima de plástico recuperados del circuito de recolección de residuos.
“El coronavirus y el confinamiento han cambiado nuestra forma de relacionarnos con la ciudad, con su diseño y con nuestro entorno. Las grandes ciudades del mundo trabajan para transformarse en ciudades más verdes, donde la calidad de vida, las oportunidades de trabajo y el bienestar social y ambiental de la población estén en equilibrio. Eso nos proponemos en Bee Green”, cuenta Schamis.