Arenas de Vidrio es un emprendimiento que busca generar un circuito de recuperación del vidrio para transformarlo en un producto de valor que pueda servir como materia prima en la industria de la construcción. En sólo dos obras experimentales ya se utilizaron 4,5 toneladas del material, que equivalen a unos 10.000 envases. Se utilizaron 2, 5 toneladas para asfaltar y 2 toneladas para fabricar baldosas para reparar la vereda.
El emprendimiento uruguayo, creado por Ana Paula Demaría busca solucionar dos problemas. Por un lado, en Uruguay, cada año se descartan alrededor de 22.000 toneladas de vidrio –provenientes, principalmente, de la industria de los alimentos– que terminan en rellenos sanitarios. Por otro lado, en el país no se produce vidrio, sino que se lo importa en su totalidad. En definitiva, se compra un material, que no se degrada y conserva sus propiedades a lo largo del tiempo, para utilizarlo por única vez y, finalmente, descartarlo.
Ante estos problemas, la emprendedora vio una gran oportunidad para generar un proyecto. Realizó una serie de investigaciones sobre el proceso de triturar vidrio y estudió las posibilidades de uso que tenía el material. Finalmente, concluyó que se podía sustituir cierto porcentaje de arena para construcción por vidrio sin generar problemas de resistencia ni cambiar la visual.
Esta iniciativa fue una de las ganadoras del Desafío “Montevideo Resiliente” en 2020 por su contribución a la economía circular. El primer piloto de Arenas de Vidrio consistió en organizar un pequeño circuito de recuperación, con algunos locales y edificios, que permitió comenzar a entender cómo funcionaría la dinámica en el terreno. En seis meses de implementación, Demaría estima que se recuperaron 10 toneladas de material en el circuito implementado. En plena pandemia se obtuvo en promedio 1,5 toneladas de vidrio por local gastronómico. La proyección es que de cada restaurante se puedan obtener unas tres toneladas al año.
“El emprendimiento favorece la resiliencia urbana porque utilizamos un residuo como un recurso. También, generamos trabajo en todo el circuito de recuperación, procesamiento, y distribución del material. Y descomprimimos el circuito de recolección de residuos urbanos, liberando espacio en los sitios de disposición final”, expresa Ana Paula Demaría.