PNUD advierte que por primera vez en 32 años, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que mide la situación de la salud, la educación y las condiciones de vida de los países, ha empeorado a nivel mundial durante dos años consecutivos. El Desarrollo Humano ha retrocedido a niveles de 2016, revirtiendo gran parte de los avances hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El retroceso es prácticamente universal, ya que más del 90 por ciento de países registran un deterioro de los niveles de su IDH en 2020 o en 2021, y más del 40 por ciento en ambos años, una demostración de que la crisis sigue empeorando para muchos. Los datos son del último Informe sobre Desarrollo Humano, Tiempos inciertos, vidas inestables: configurar nuestro futuro en un mundo en transformación.
Algunos países están empezando a recuperar el terreno perdido, pero la recuperación es parcial y desigual, lo que amplía aún más las brechas en el desarrollo humano a nivel global. América Latina y el Caribe se ha visto particularmente afectada como región. Al observar el IDH, que captura la situación de los países a fines de 2021, se ve que varios países de la región sufrieron retrocesos significativos en el desarrollo humano en comparación con 2019. Esto no es sorprendente, ya que la región fue una de los más afectadas por la pandemia, con el 9% de la población mundial y el 33% de las muertes por COVID-19 a nivel mundial a fines de 2021. También fue la región con la contracción económica más fuerte, de cerca del 7% en 2020. Mientras que algunas economías de la región se recuperaron en 2021, la recuperación en la región fue lenta y desigual.
“El mundo trata desesperadamente de responder a las sucesivas crisis. Con las crisis inflacionaria y energética hemos visto que, si bien es tentador adoptar medidas de corto plazo, como los subsidios a los combustibles fósiles, tales respuestas están retrasando los cambios sistémicos a largo plazo que es preciso adoptar”, advierte Achim Steiner, Administrador del PNUD. “Nos encontramos paralizados a nivel colectivo para realizar estos cambios. En un mundo definido por la incertidumbre es necesario que renovemos nuestro sentido de la solidaridad si queremos abordar estos desafíos interconectados y comunes.”
El Informe examina por qué que no se están produciendo los cambios necesarios y ofrece muchas razones, como la mutua interconexión entre inseguridad y polarización y su impacto en la erosión de la solidaridad y la acción colectiva necesarias para combatir las crisis a todos los niveles. Nuevos cálculos muestran, por ejemplo, que las personas con una mayor sensación de inseguridad son más propensas a caer en el extremismo político.
“Ya antes de la COVID-19 se veía la doble paradoja que supone un progreso acompañado por una mayor inseguridad y una creciente polarización. Hoy en día, una tercera parte de la población mundial se siente estresada y menos de un tercio confía en los demás, lo que supone un importante obstáculo a la hora de adoptar políticas constructivas para las personas y el planeta”, observa Achim Steiner. “Este nuevo y profundo análisis nos insta a romper el inmovilismo y a trazar un nuevo rumbo que nos saque de la incertidumbre global en que estamos inmersos. Contamos con una estrecha ventana de oportunidad para reiniciar nuestros sistemas y construir un futuro con acciones decisivas ante el cambio climático y la creación de nuevas oportunidades para todas las personas”.
Para trazar este nuevo rumbo el Informe recomienda aplicar políticas dirigidas a fomentar las inversiones —desde las energías renovables hasta la preparación frente a las pandemias— y el aseguramiento —como la protección social— para preparar a las sociedades ante las contingencias de un mundo incierto. Al mismo tiempo, la innovación en sus múltiples variantes —tecnológica, económica, cultural— puede también desarrollar capacidades para responder a los desafíos que vayan surgiendo en el futuro.
Para más información: https://hdr.undp.org/human-development-report-2021-22