Hoy finalizan en Sharm El-Sheikh, Egipto, dos semanas de negociaciones, eventos y diálogos en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27). Cumplidos 30 años desde la adopción de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la sociedad civil, pueblos indígenas y comunidades locales, organizaciones de mujeres y jóvenes activistas por los derechos humanos y ambientales, reconocen la escasa voluntad política de parte de los gobiernos para avanzar en dirección a la justicia climática.
Las negociaciones avanzaron lentamente, principalmente en lo referido al financiamiento climático donde no se llegó a acuerdos. No hay expectativas de aumentos en los fondos para los mecanismos ya en marcha (como los fondos verdes), a excepción de la Junta del Fondo de Adaptación que sí alcanzó un compromiso para el aumento de las contribuciones financieras.
Catalina Gonda, co-coordinadora del área de Política Climática de FARN señala que estas son horas decisivas. Ella observa que los temas más importantes para los países en desarrollo están muy trabados. “Es muy probable que esta COP no logre responder a las necesidades del sur global. La sociedad civil estuvo presente en las negociaciones, evitando que se vuelva atrás”, señala la referente de FARN.
Andrés Mogro, Gerente de Acción Climática en Fundación Avina cuenta que uno de los temas que siguió de cerca y que más ruido hizo fue el de establecer un nuevo arreglo financiero enfocado en financiar pérdidas y daños del cambio climático. “Los países en desarrollo se unieron para solicitar la creación de un nuevo fondo. Uno de los resultados más importantes de esta COP puede ser que inició el proceso de esta conversación, que estuvo pendiente muchos años”, explica. Y agrega: “Ya se vio que falló el financiamiento a la mitigación y a la adaptación que hacía falta y ahora entramos a una década de perdías y daños irreparables. Por eso el financiamiento tiene que adaptarse a esa realidad”.
Un tema que parece tener un visto bueno es el acuerdo sobre el impulso de la Red de Santiago, que fue bien recibido en las mesas de negociaciones. La Red de Santiago del Mecanismo Internacional de Varsovia de Pérdidas y Daños (2013) constituye el principal vehículo técnico dentro de la Convención para promover enfoques orientados a hacer frente a las pérdidas y daños asociados a los impactos del cambio climático de forma integrada y coherente. Si bien la Red de Santiago avanza, no se espera que se lleguen a acuerdos sobre los mecanismos de financiamiento para pérdidas y daños.
Mogro cuenta que ha sido una COP con centenas de eventos paralelos a de las negociaciones, pero no hubo la movilización de sociedad civil que la urgencia de la crisis climática requiere. Las marchas y manifestaciones que suelen presionar a los lideres no estuvieron presentes por las circunstancias nacionales.
“La participación de Lula da Silva ha inspirado esperanza en el liderazgo que Brasil puede asumir a partir de 2023 en la gobernanza climática global. Brasil ha regresado ha sido el mensaje”, señala Mogro.
Nicolás Avellaneda, referente de Fundación Plurales observa: “La sociedad civil marcó la captura corporativa de la COP27, la escasa voluntad de avanzar en la reducción de emisiones y el pago de la deuda climática, así como por la creciente promoción de mecanismos de mercado y falsas soluciones tecnológicas. Sin embargo, en perspectiva también se visibilizaron los avances, como la importancia de que se discuta y avance en el tema de pérdidas y daños, una deuda que hace tiempo se busca incluir en las negociaciones”.
Y agrega: “Desde Fundación Plurales llevamos a la asamblea dos temas centrales de nuestra agenda, el Acuerdo de Escazú y su implementación por medio de los planes nacionales; y la necesidad de monitorear y exigir participación en las negociaciones de los Bancos Públicos de Desarrollo en la financiación de la transición energética. Como cierre de la conversación, se evidenció la necesidad de conformar un bloque desde la Sociedad Civil de América Latina y Caribe para posicionar una agenda compartida en la próxima COP28”.