La violencia contra niñas, niños y adolescentes es una vulneración de derechos. No es un fenómeno aislado ni reciente, sino un fenómeno complejo y multidimensional que representa un problema social de salud pública y derechos humanos de gran magnitud que atraviesa a todas las sociedades.

La violencia es una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la fuerza (ya sea física, psicológica, económica, sexual, entre otras) e implica la existencia de jerarquías -reales o simbólicas-. Es una acción dañina, que implica la existencia de una desigualdad de poder entre quien ejerce la violencia y quien no puede defenderse o repelerla. Las violencias implican prácticas, relaciones y discursos que buscan dominar y someter a las niñas, niños y adolescentes aprovechándose de su vulnerabilidad por edad, dependencia de los adultos y fuerza física.

Las niñas y los niños sufren diferentes tipos de violencias, en cualquier etapa de su infancia o adolescencia, y en diversos entornos. A nivel global, se estima que uno de cada cuatro niños y niñas sufre violencia física, mientras que casi una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños es víctima de abuso sexual. Los datos provienen de un informe elaborado por Fundación Red por la Infancia y UNICEF Argentina.

A pesar de su magnitud, la violencia contra las niñas y niños suele permanecer oculta o sin ser reportada de manera efectiva a las instituciones y organismos encargados de prevenir y proteger sus derechos. Ello es así porque la violencia se encuentra en gran medida naturalizada y aún prevalecen una serie de obstáculos para hacerla visible, que se relacionan con el desconocimiento, miedo, sometimiento o sentimientos de culpa por parte de las propias víctimas y/o sus entornos, quienes no logran pedir ayuda o denunciar ante las autoridades correspondientes.

La violencia contra las chicas y chicos puede adoptar distintas formas y ocurrir en distintos escenarios. La violencia psicológica, física y el abuso sexual suceden principalmente en el ámbito del hogar o en entornos de confianza para las niñas, niños y adolescentes. Pero también existen nuevas modalidades en las que se ejerce a través del uso de la tecnología, como pueden ser las violencias digitales (grooming). Por otro lado, hay violencias que resultan manifestaciones extremas de discriminación y vulneración como la explotación sexual y la trata de personas, y violaciones de derechos por parte de agentes del propio Estado como la violencia institucional. Las niñas, niños y adolescentes pueden sufrir de manera simultánea más de un tipo de violencia. Por ejemplo, una víctima de explotación sexual puede ser sometida a través de la violencia física y psicológica.

Red por la Infancia, con apoyo de New Venture Fund (NVF) y Fundación IRSA, realizó una guía para periodistas para comunicar con perspectiva en niñez Violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. Si no se usan las palabras adecuadas para describir determinadas situaciones o no se tienen en cuenta algunas recomendaciones para el abordaje, los medios pueden —aunque sin proponérselo— convertirse en amplificadores de una mirada social que estigmatiza a las víctimas, refuerza el silencio y protege a los agresores.

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