En la comunidad de Timboy Tiguasu, a una hora y media desde Yacuiba, en el Chaco boliviano, durante 2020, con los impactos de la pandemia y el cambio climático, la población decidió idear una innovación para garantizar la seguridad alimentaria de la comunidad y la región.

Entonces surgió un proyecto de huertos familiares agroecológicos, con una producción orgánica, sostenible e implementado un sistema de riego por goteo.

Una combinación que se adapta al territorio chaqueño, a las condiciones de su terreno y las amenazas que cierne la crisis climática sobre él.

Dos años después, en 2022, las mujeres de otras dos comunidades indígenas de Yacuiba decidieron replicar la experiencia. Todas estas iniciativas de producción agroecológica fueron implementadas por el Centro de Estudios Regionales para el Desarrollo de Tarija (CERDET), con el apoyo de la Fundación Avina. Ambas organizaciones son parte de la alianza Voces para la Acción Climática Justa (VAC).

Este modelo productivo agrícola es liderado por mujeres y juventudes guaraníes de comunidades como Timboy Tiguasu, Tentami y Yeroviarenda. Ellas y ellos promueven una alternativa sostenible para la soberanía alimentaria de su pueblo y región.

Gracias al trabajo de CERDET, el modelo también es adoptado por el Gobierno Autónomo Regional del Gran Chaco. Desde esta entidad gubernamental tienen planificado replicar la experiencia en más comunidades, diversificando y ampliando la producción incluso a frutas.

“Queremos que los sistemas de producción y sus resultados sean conocidos y valorados por los medios de comunicación, estudiantes de escuelas rurales del municipio de Yacuiba, estudiantes y docentes universitarios y los técnicos de los gobiernos locales”, dice Ricardo Paita de CERDET.

Estos sistemas de producción implican, por ejemplo, una cosecha, almacenamiento y una distribución eficiente de agua para la producción agrícola.

El éxito de este modelo, más allá de la seguridad alimentaria o la generación de ingresos económicos, también está orientado a revalorizar los conocimientos del pueblo guaraní. Es por eso que se adapta tan bien al contexto natural del Chaco, promoviendo un uso racional del agua para una producción orgánica.

Se trata de una solución local, basada en la naturaleza y con una perspectiva local, frente al cambio climático.