Cada vez surgen más movimientos de mujeres de comunidades rurales que buscan la autonomía energética. En la industria fósil, las mujeres representan solo el 22% de la fuerza laboral, mientras que en el sector de las energías renovables el 32% (IRENA 2019), y a pesar de que es un mejor número sigue siendo insuficiente la participación de las mujeres en los sectores. Las mujeres que trabajan en puestos como ingenieras, técnicas o de investigación en el área de energía, a nivel mundial, siguen siendo una muy pequeña proporción.

Hablando de acceso a la energía, las mujeres se ven más afectadas que los hombres, y las estadísticas indican que sufren más de pobreza energética. Por ejemplo, en zonas rurales son las principales proveedoras de la energía para calefacción de sus hogares por lo que tienen más probabilidad de desarrollar enfermedades respiratorias por el tipo de combustibles que emplean para poder energizar sus hogares, desde leña, carbón, queroseno, entre otras fuentes. Además, gastan cerca del 50% de sus ingresos solo para apenas cubrir necesidades básicas de calefacción y cocción de alimentos.

Sin embargo, las mismas mujeres estan buscando cambiar nuestra historia. En la búsqueda de tener los mismos derechos de acceso a la energía, o igual influencia en la industria eléctrica, mujeres alrededor del mundo están haciendo verdaderos cambios en sus comunidades y en sus centros de trabajo.

Desde el ámbito de acceso, la energía solar está siendo la energía aliada para muchas mujeres debido a que su aplicación en sistemas aislados o microrredes se presta más a la autogestión (a diferencia de otros tipos de energías). Desde el ámbito de desarrollo profesional, también hay más mujeres trabajando en el sector de energía solar específicamente fotovoltaica; Si bien la participación de las mujeres en el sector de las renovables es del 32%, específicamente en el rubro de solar fotovoltaica, el porcentaje sube hasta un 40%, casi el doble que en el sector de combustibles fósiles.

Desde hace años, han surgido importantes movimientos como las Solar Sisters en África, mujeres de comunidades rurales y con altos niveles de marginación, que encontraron en la energía solar un mecanismo de autoempleo y ahora pueden generar ingresos, mejorar el nivel de vida de sus familias, vendiendo lámparas solares en sus comunidades y, además, al autoemplearse contribuyen al desarrollo económico de sus alrededores, ya que teniendo iluminación por las noches, muchas mujeres pueden aprovechar más tiempo para trabajar cosa que antes no les era posible.

Algo similar en India con las Solar Mamas, mujeres de edad media y avanzada que son capacitadas como ingenierías solares para instalar y dar mantenimiento a paneles solares, estamos hablando de que mujeres sin educación formal se convierten en ingenieras solares. Incluso mujeres mayas han ido a capacitarse para poder aplicar estos conocimientos en sus comunidades en México.

Fuente: Rebeca Tobias, Greenpeace.