Alessandra Korap es presidenta de la Asociación Indígena Pariri, que representa a las 11 aldeas de la etnia Munduruku en el medio río Tapajós, miembro de la Federación de Pueblos Indígenas de Pará (FEPIPA) y del Consejo Político de la Alianza de los Pueblos Indígenas Munduruku, Kaiapó y Yanomani. Ha sido, en la última década, una de las voces de su pueblo en la tenaz lucha por la demarcación y protección de las tierras indígenas y en la resistencia al avance del extractivismo depredador en estos territorios y proyectos de infraestructura, logística y generación de energía, que amenazan a las poblaciones de toda la cuenca del Tapajós.  Entre los desafíos actuales del Pueblo Munduruku está la lucha contra la contaminación del río Tapajós por la minería ilegal de oro, que invade el territorio y deja un rastro de destrucción, como la liberación del río mercurio, que se transporta en la cadena alimentaria, contaminando los peces, que son la principal fuente de alimento para los pueblos indígenas.

“Lo que estamos experimentando en relación con el agua es muy crítico. Vivo en la región de la cuenca del río Tapajós, una de las más presionadas por la deforestación y la minería ilegal, que contamina los ríos e impacta en la salud de mi pueblo. En los últimos años, hemos tenido un crecimiento vertiginoso de la exploración ilegal de oro en nuestro territorio, impulsado por el aumento en el precio del metal y la menor supervisión, también como resultado del abandono del último Gobierno que tuvimos en Brasil, que apoyó las prácticas mineras”, expresa Alessandra. Y agrega: “Desde el comienzo del gobierno de Bolsonaro, solo en el territorio Munduruku ha habido un aumento del 363% en la minería ilegal. La Policía Federal publicó un informe que estima que la minería vierte en el río Tapajós alrededor de siete millones de toneladas de relaves por año, siendo el mercurio el principal metal encontrado. Cuando se libera en el río, el mercurio se transporta en la cadena alimentaria, contaminando a los peces, que son nuestra principal fuente de alimentos”.

Respecto al impacto de esta problemática sobre la comunidad, ella dice: “La contaminación por mercurio en el cuerpo puede causar problemas neurológicos y otras enfermedades graves. Estamos viendo niños que nacen con deformaciones y estamos muy preocupados. Un estudio con nuestro pueblo Munduruku publicado en 2020 por Fiocruz (coordinado por el DR. PAULO BASTA) indicó que todos los participantes de la investigación estaban expuestos al mercurio. De cada diez participantes, seis tenían niveles de mercurio por encima de los límites seguros”.

Debido a su incansable lucha en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y la historia de amenazas y violencia que ha sufrido (como los dos episodios de invasión de su hogar, en 2019 y 2021) – hoy Alessandra es una líder amenazada incluida en el Programa de Protección de Defensores de Derechos Humanos del Estado de Pará. Su lucha también fue reconocida a través del Premio Robert F. Kennedy de Derechos Humanos 2020 en los Estados Unidos.

“Estamos haciendo varias denuncias a las autoridades y pidiendo apoyo para resolver esta crisis que estamos viviendo. A partir de nuestra movilización, encontramos socios sensibles de organizaciones de la sociedad civil en la búsqueda de tecnologías de abastecimiento y tratamiento de agua, entre ellos, el PROYECTO SALUD Y ALEGRÍA / PSA (www.saudeealegria.org.br), coordinado por Caetano Scannavino, quien ha estado trabajando durante más de 30 años en la región con programas de salud, saneamiento, educación, medio ambiente, generación de ingresos y otros. Durante los años de la pandemia, se realizó un trabajo intenso para implementar sistemas de agua y baños cerca de las aldeas Munduruku del Tapajós Medio. Son tecnologías sociales autogestionadas por nosotros mismos, alimentadas por fuentes limpias como la energía solar, a partir de soluciones desarrolladas previamente por PSA con el apoyo del socio Fundación AVINA”, relata la presidenta de la Asociación Indígena Pariri.

Alessandra Korap está presente esta semana en la Conferencia sobre el Agua 2023, de la ONU. Allí busca exponer al mundo la crisis que está viviendo la comunidad, y presionar a las autoridades brasileñas para que hagan cumplir sus derechos de protección ambiental y cultural y de acceso a agua de buena calidad.