En Latinoamérica existen alrededor de 145.000 Organizaciones Comunitarias de Servicios de Agua y Saneamiento (OCSAS) que dan agua a más de 70 millones de personas, sobre todo en zonas rurales y periurbanas. Las OCSAS están formadas por grupos de vecinos, elegidos democráticamente por sus comunidades, que se organizan de manera voluntaria y sin remuneración para administrar, operar y mantener los sistemas de agua y saneamiento, y así brindar servicios gestionados de manera segura que mejoren la calidad de vida de sus comunidades.

Las OCSAS varían en sus tamaños y tipos de organización. Hay desde pequeñas con menos de 50 usuarios hasta otras con más de 4000 usuarios del agua.

Aunque existen hace mas de 50 años en la región, las OCSAS todavía enfrentan desafíos para prestar los servicios de manera adecuada. Por esta razón, muchas de ellas han optado por asociarse para sumar esfuerzos y lograr economías de escala que las ayude a mejorar sus niveles de gestión.

Algunas de estas asociaciones han fortalecido la manera de apoyar a sus afiladas, mediante el desarrollo de Centros de Atención Integral para la Sostenibilidad de las OCSAS, que conocemos como CAI. Los CAI son emprendimientos sociales sin fines de lucro que ofrecen servicios a un grupo de OCSAS asociadas entre sí y ubicadas en un territorio definido, que puede ser, por ejemplo, una cuenca, un municipio o una región especifica.

Los CAI ayudan a mejorar el nivel de gestión de las OCSAS a través de la oferta de distintos servicios, siendo los mas comunes: la capacitación; la asistencia técnica; el acompañamiento; y el apoyo en la toma de decisión, un servicio intangible, pero de muy alto impacto. Otro servicio que presentan los CAI incluyen el control de calidad de agua, la fontanería, los servicios administrativos, la provisión de insumos o el diseño de estrategias.

Si bien las experiencias de los CAI que existen en América tienen muchas similitudes entre sí, todas presentan diferencias relacionadas con su contexto. Una de ellas es la forma en la que se financian. Cada CAI se sostiene económicamente a través de una mezcla de distintas fuentes de financiamiento: Por ejemplo, el aporte voluntario del tiempo que dedican los directivos del CAI; los aportes de sus asociados; los aportes públicos de gobiernos locales, estatales o federales; la venta de bienes y servicios a las OCSAS; y contribuciones en efectivo o en especie de ONGs, cooperantes, instituciones públicas o académicas.

Fundación Avina y la Confederación Latinoamericana de OCSAS han documentado varias experiencias de CAI en distintos países de América: por ejemplo, Estados Unidos, Honduras, Costa Rica, Colombia, Ecuador y Brasil. Uno de los aprendizajes ha sido que de los CAI más sostenibles en términos financieros son aquellos que han logrado realizar una alianza de colaboración con los gobiernos.