La mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es uno de los principales aspectos en los que hace hincapié el primer informe de Lancet Countdown Sudamérica. Allí, se analiza la relación y los efectos del cambio climático sobre la salud, en este caso con una mirada regional. “Descarbonizar Sudamérica mejoraría significativamente la salud de la población”, señala Stella Hartinger, directora de Lancet Countdown Sudamérica. Ahora, la tarea no es tan sencilla si se tiene en cuenta la dependencia excesiva hacia los combustibles fósiles, dato que señala el documento.
Aunque Sudamérica sólo es responsable del 6% de las emisiones mundiales de GEI, debe sumarse a los esfuerzos para reducirlas y, lo que es más importante, para garantizar que no se quede rezagada en la transformación mundial hacia un sistema humano más sano y con cero emisiones netas. Las emisiones están relacionadas principalmente con los cambios en el uso del suelo (24%), la agricultura (28%) y la producción de energía (39%).
Entre las cifras más impactantes, la especialista aseguró que, en los países de Sudamérica, el aumento del número de muertes relacionadas al calor se incrementó un 160 %, solamente entre el período 2017-2021, comparado con el período 2000-2004.
Además, en los últimos diez años, las olas de calor representaron un mayor peligro para niños y niñas menores de un año y adultos mayores de 65, siendo Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela los lugares más afectados, en términos de muertes atribuibles totales, y con una tendencia en alta.
En este sentido, los expertos manifestaron que también la productividad laboral de la región se vio afectada por las olas de calor y las altas temperaturas. Solo en 2021, la baja de productividad fue equivalente a 22.000 millones de dólares, en donde los sectores de construcción y agricultura fueron los más gravemente afectados, con un 68 por ciento de las pérdidas totales en la región.
“La ganadería y la producción de alimentos para el ganado son los principales contribuyentes para las emisiones del sector”, explica Hartinger. En la región, ocurren 638.000 muertes prematuras por dietas desequilibradas. Y un 23% se relacionan con el alto consumo de carnes rojas, procesados y productos lácteos. Por consiguiente, si se minimiza la ingesta de estos alimentos no sólo se evitarían las muertes, sino que también se reducirían las emisiones de GEI.
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