Si los países continúan con una economía lineal, la meta de limitar el avance del calentamiento global se convertirá en un objetivo inalcanzable. Por esa razón, es indispensable avanzar hacia nuevos modelos de producción y de consumo que garanticen la sustentabilidad. Un enfoque económico circular permite encontrar soluciones ante el desperdicio y la contaminación.
El estudio, “Desbloqueando el financiamiento de la economía circular en América Latina y el Caribe: catalizador para un cambio positivo”, realizado por Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y BID Invest, señala que es necesario que la región acelere su transición hacia una economía circular. La clave está en la actualización de la legislación y el trabajo en conjunto entre el sector privado y público, para aumentar el financiamiento de estos proyectos. En América Latina, la transición a la circularidad tiene el potencial de generar 4,8 millones de nuevos empleos para 2030 (BID, OIT, 2020).
El informe se basó en el análisis de siete países: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, México y Perú. Se centró principalmente en las políticas, estrategias, marcos y otros documentos nacionales. Se detectó que, si bien las legislaciones tienen contemplada la economía circular, no abordan todos los cambios necesarios para la transición. Por eso el énfasis está en la modificación de las normativas ambientales. La inclusión del modelo puede ser una estrategia para impulsar la agenda socioambiental en su totalidad.
Pero para que esto pueda concretarse se necesita de un actor clave: el sector privado y de su capacidad de aportar capital. El estudio destaca un crecimiento significativo de las finanzas o también conocidos como bonos verdes, que se enfocan en proyectos sustentables, que apuntan a la reducción de emisiones de carbono. Pero esta herramienta por sí sola no es suficiente, y necesita contemplar la circularidad, con una mirada más amplia de la generación de valor, nuevos formatos de evaluación de riesgos, pensamiento a largo plazo y esfuerzos de colaboración.