2022 se vio marcado por una grave disminución del espacio cívico a nivel global, con más personas que nunca viviendo en países con espacios cívicos cerrados, tal y como se documenta en CIVICUS Monitor, informe que viene evaluando el estado de las libertades cívicas en todo el mundo desde 2017. El 28% de la población mundial – aproximadamente 2 mil millones de personas – experimentó niveles extremos de represión. Desde el informe anterior “Poder Ciudadano Bajo Ataque”, publicado en diciembre de 2021, la historia ha reflejado una de mayor regresión: las clasificaciones del espacio cívico han cambiado para 25 países en el último año, empeorando en 15 países y mejorando en solo 10.
La última actualización de las calificaciones de CIVICUS Monitor, en marzo de 2023, muestra que hay 27 países o territorios con un espacio cívico cerrado, 50 están calificados como represivos y 40 tienen espacio cívico obstruido, lo que significa que 117 países y territorios, de un total de 197, están experimentando severas restricciones a las libertades fundamentales. En comparación, 42 países han reducido el espacio cívico y solo 38 tienen una calificación abierta.
América demostró que los cambios significativos en el espacio cívico pueden ser tanto incrementales, como precipitados y abruptos. En la mayoría de los casos, no es una transformación radical lo que impulsa el espacio cívico a mejorar o empeorar, sino una combinación de prácticas, regulaciones y políticas.
De los 35 países de la región, ahora hay ocho donde el espacio cívico se considera abierto. Trece países se califican como estrechos, seis como obstruidos, otros seis como represivos. En dos países, el espacio cívico permaneció cerrado, la única categoría que no experimentó cambios regionales en comparación con 2021. Además de los cambios de calificación mencionados anteriormente, las Bahamas pasaron de estrecho a abierto, mientras que Antigua y Barbuda, Dominica y Surinam cambiaron a estrecho.
Chile y los Estados Unidos de América pasaron de la categoría de obstruido a la de estrecho. Ambos países bajaron de categoría en 2020, tras la represión violenta de los movimientos de protesta masivos y han visto cambios de liderazgo desde entonces. Las mejoras en ambos casos no se han producido en línea recta sino en medio de contratiempos. Mientras tanto, Guatemala bajó de la categoría de obstruido a represivo, tras años de erosión gradual de las instituciones democráticas y reducción del espacio para la sociedad civil y la prensa.
En línea con la tendencia global, se ha visto un fuerte aumento en los casos de acoso en las Américas durante el año pasado, lo que hace que esta sea la violación principal registrada en toda la región. Los ataques contra periodistas, la detención de manifestantes, la intimidación e las interrupciones de protestas también fueron frecuentes. Las mujeres, los defensores indígenas y ambientales estaban comúnmente involucrados en incidentes relacionados con el espacio cívico, a menudo sufriendo ataques por parte de actores estatales y no estatales.
El informe completo acá.