Derniella Noel vive en Maïssade, una comuna del centro de Haití. Ella tiene 49 años y es agricultora en pequeña escala. En los últimos años, ha visto cómo el clima cambiaba de forma significativa. Ello combinado con desastres naturales recurrentes como huracanes, inundaciones y sequías, hace que la agricultura ya no genere ingresos suficientes para su familia de cinco miembros.
Haití se ha visto cada vez más azotada por catástrofes naturales y los efectos del cambio climático en la isla son flagrantes. Las comunidades rurales han debido enfrentarse a un riesgo elevado de perder sus cosechas y a la falta de recursos para hacer frente a la variabilidad climática. Al igual que Derniella, muchos agricultores se han visto obligados a diversificar sus actividades y encontrar fuentes de ingresos alternativas para mantener a sus familias.
La gestión de los recursos hídricos ha sido un motivo de especial preocupación. Al llover menos que en años anteriores, los agricultores han tenido que buscar otras formas de regar sus cultivos. Este ha sido uno de los principales retos que el proyecto de refuerzo de la adaptación agrícola (SAGA, por sus siglas en inglés), ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha ayudado a los agricultores a afrontar.
“El cambio climático nos afecta enormemente. Nos resulta más difícil cultivar nuestros huertos por la falta de proximidad al agua. Para regar nuestras parcelas, tenemos que caminar hasta una hora para llegar al río y sacar agua de allí”, explica Derniella.
Como solución eficaz, el proyecto SAGA, financiado por el Gobierno de Quebec, ayudó a los agricultores a implementar un sistema de riego por goteo con barriles de plástico, conocidos como tambores. Se colocan uno o varios barriles en un lugar elevado y se conectan a mangueras o tuberías que distribuyen el agua a los cultivos situados debajo. Cada tambor contiene 208 litros de agua, y los agricultores pueden fabricarlos y mantenerlos fácilmente con recursos limitados. Este sistema es un método barato y sencillo de regar pequeñas parcelas. “Una vez que llenamos los barriles de plástico, podemos pasar varios días sin ir al río a sacar agua”, afirma Derniella.
En Haití, el proyecto SAGA ha estado trabajando con socios sobre el terreno, entre ellos el Centro de Estudios y de Cooperación Internacional, para ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos y las fluctuaciones del mercado. A través de grupos de escuelas de campo para agricultores, están aprendiendo a aplicar técnicas de gestión integrada de los recursos hídricos y a utilizar calendarios de cultivo para que la producción pueda continuar incluso cuando las lluvias escasean o sobreviene la sequía. También están aprendiendo métodos prácticos de negocio y comercialización, como la puesta en común de recursos para adquirir insumos y servicios agrícolas y la venta en grupo de los productos recolectados. Este sistema de riego por goteo incrementó los rendimientos en torno a un 50 % en comparación con otros métodos de suministro de agua.