El cambio climático se percibe verazmente en Marajo, el archipiélago fluvio-marino más grande del planeta ubicado en la Amazonía brasilera. Las crecidas extremas de las mareas y las altas temperaturas están afectando gravemente a los medios de subsistencia de las poblaciones locales.
“Las comunidades locales ya vienen sintiendo los impactos en el clima desde hace años, con el cambio en los períodos de verano e invierno, y la reducción en la productividad de las cosechas”, explica Valéria Carneiro, nacida en la comunidad quilombola de Pau Furado en Salvaterra y directora de la Región Marajó de Malungu (Coordinación Estatal de las asociaciones de las comunidades remanentes de Quilombo de Pará).
Frente a este contexto, el Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) aprobó un proyecto de adaptación al cambio climático impulsado desde el Sur, con la activa participación de las poblaciones locales, incluidas poblaciones quilombolas del Marajó. La solución trata de sistemas agroforestales diversificados, que impactarían en 74.000 marajoaras.
Fundación Avina trabajó con pequeños productores y quilombolas, así como con el gobierno brasilero y sociedad civil para construir este proyecto que promueve la agroforestería diversificada en el Marajo. “Este proyecto es bienvenido porque ayudará a nuestras comunidades a adaptarse a esta situación al promover prácticas con las que ya estamos familiarizados y permitir la mejora de nuestro modo de vida y la permanencia en la tierra de nuestros antepasados”, expresa Carneiro.
Este proyecto busca generar mecanismos para que los sistemas agroforestales diversificados puedan expandirse como una solución local de adaptación en un territorio altamente vulnerable, beneficiando la resiliencia climática de los municipios de Salvaterra, Cachoeira do Arari y Soure de manera directa, y de todo el archipiélago de manera indirecta. Los sistemas agroforestales diversificados proveen beneficios ambientales comprobados frente al aumento del nivel del mar y eventos extremos, además de contribuir a la seguridad alimentaria con fuentes de nutrición para la canasta familiar y la comercialización.
Para alcanzar su propósito, el proyecto trabajará mano a mano con actores locales y otras dos organizaciones ejecutoras – Belterra y Conexsus – proveyendo asistencia técnica, instalando un sistema de pago por resultados, facilitando el acceso a mercados y a crédito, y fortaleciendo la gobernanza local. Buscará instalar 800 hectáreas de sistemas agroforestales diversificados y generar mecanismos de mercado, acceso a crédito y políticas públicas para dar escala a esta solución. La inclusión y fortalecimiento de oportunidades para las mujeres y poblaciones tradicionales, así como el diálogo entre conocimiento tradicional y científico, son aspectos transversales a este proyecto.