América Latina concentra el 31% de reserva de agua dulce del mundo. Sin embargo, algunos países de la región experimentan un sostenido estrés hídrico. A 2019, Chile y México han consumido más del 60% de sus reservas de agua, Perú y Venezuela más del 40% y Bolivia y Argentina más del 20%. Este escenario se enfrenta además al hecho de que 40 millones de personas en la región carecen de acceso al agua potable, circunscribiéndose así en un desafío de corto plazo.

Estos datos se desprenden de la segunda edición del índice Riesgo Político América Latina, desarrollado por el Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile (CEIUC). El índice es una guía para los tomadores de decisión en la esfera pública y privada. Principalmente, alerta sobre el creciente nivel de incertidumbre y volatilidad que enfrenta la región.

En el mismo informe, se anticipa una sequía generalizada que decantaría en un empeoramiento del acceso a alimentos en muchas áreas de la región. Este punto tiene un impacto directo en las capacidades de reducir la pobreza y la extrema pobreza, principalmente la rural. Así, se estima que al año 2025 la capacidad de América Latina de reducir la pobreza rural se vería severamente debilitada producto de los efectos del cambio climático.

Ante la incapacidad de los estados de establecer una efectiva gobernanza sobre el cambio climático, el riesgo es de transitar a escenarios de mayor escasez hídrica, un mayor impacto de los desastres naturales y, en definitiva, agravar la vulnerabilidad de los países ante sus efectos, produciendo una mayor escasez de alimentos, cambios en las dinámicas del trabajo y una disminución en la calidad de vida de los habitantes de la región.

Fuente: Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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