Junto con Albania, Paraguay es el país de producción de energía eléctrica más limpia del mundo, debido a la nula emisión de anhídrido carbónico en el 99,9% de su generación eléctrica, según datos del Foro Económico Mundial (“Global Energy Architecture Performance Index Report 2016”). Además, está entre los países con mayor producción de hidroelectricidad per cápita a nivel global, principalmente por lo generado por sus dos grandes represas binacionales: Itaipú y Yacyretá.

De acuerdo con PNUD, Paraguay es una de las pocas naciones del mundo con un sistema eléctrico basado casi exclusivamente en la generación de energía eléctrica a partir de una fuente renovable y no contaminante: la hidroenergía. Sin embargo, su matriz energética presenta diferencias significativas entre una oferta energética predominantemente renovable, basada en la hidroenergía (47%) y la biomasa (33%), y un consumo o demanda basada en la biomasa (44,2%) pero también, en proporción significativa, en los hidrocarburos (40,1%); estos últimos contaminantes e importados en su totalidad.

“Surge el desafío de impulsar una transición energética que aproveche al máximo la energía limpia generada a nivel nacional, contribuyendo a una mejor inclusión social mediante la creación de puestos de empleo decente, y una diversificación de la producción con valor agregado; transformando también la economía y beneficiando al ambiente”, señala Silvia Morimoto, representante residente del PNUD en Paraguay

Morimoto agrega: “Está comprobado que los países que favorecen el desarrollo de una estructura productiva diversificada y compleja tienen más probabilidades de alcanzar altos niveles de desarrollo económico y social”.

La disponibilidad de energía eléctrica renovable atrae inversiones y mayores oportunidades de empleo que promueven las capacidades de las personas, generando un círculo virtuoso que favorece el crecimiento continuo de las capacidades y oportunidades de las personas en el país.