Los estados de Rio Grande do Sul y Santa Catarina, al sur de Brasil, son responsables del 75% de la producción nacional de arroz, equivalente a 12 millones de toneladas anuales. El cultivo trae consigo un problema ambiental: quedan como residuo 2,2 millones toneladas de cáscaras, cuya quema deja 200.000 toneladas de cenizas y la subsecuente contaminación del aire y del suelo.
Para convertir el residuo en una oportunidad, la química industrial Diana Finkler creó Marina Tecnología. La startup brasileña utiliza las cenizas como materia prima para crear nuevos materiales. En 2011, Diana presentó su investigación al Premio Santander Universidades en Brasil y fue la ganadora en la categoría “Emprendimiento en la Industria”. El Premio le otorgó un capital semilla y acceso a un curso de emprendimiento en Babson College, para continuar sus investigaciones y la incentivó a abrir una empresa que le permitiera comercializar los desarrollos tecnológicos. Ese mismo año creó la empresa. El caso fue destacado por el BID.
A partir de las cenizas de cáscara de arroz, se manufacturan múltiples productos, desde gomas de sellado para evitar la fuga de combustibles, producción de filtros purificadores de agua, la fabricación de tintas y adhesivos, o productos para la construcción civil y la industria de máquinas agrícolas y alimenticias.
“Mi meta es seguir desarrollando nuevas soluciones para los problemas de la sociedad y la industria”, dice Diana. Para ella, los desafíos del presente no son un impedimento, sino un incentivo para que otros sigan el mismo camino que la llevó a fundar Marina Tecnología. “Yo creo que la pandemia vino para promover la cultura del emprendimiento en los científicos. Y mi visión es que todo investigador es un potencial emprendedor”.
Más información acá.