De acuerdo al Barómetro de Café 2020, se estima que las fincas de pequeños agricultores producen hasta el 73% de todo el café. Sin embargo, su producción, al igual que otros agrocommodities, tiene impactos negativos en la conservación de los bosques, y mantiene a los productores en la pobreza lo que termina perpetuando un círculo vicioso de agravamiento del cambio climático.

Ante esta situación, la organización Solidaridad generó una alianza con el banco de desarrollo holandés Rabobank para conectar a los cafetaleros peruanos y colombianos que implementan prácticas climáticamente inteligentes con el mercado internacional de bonos de carbono.

Los productores, que se registran, reciben acompañamiento técnico de Solidaridad. Sus fincas son mapeadas en un sistema que posteriormente verifica la información de forma satelital. Los bonos son obtenidos por la determinación de la biomasa existente en los árboles de sombra, que el productor mantiene en su finca a través de un cultivo mixto entre café y árboles maderables o frutales, y que a su vez sirven para proteger el café de los efectos del clima. Es así que el volumen determinado en toneladas métricas de carbón equivalente, se convierten en créditos de carbono que cada productor puede vender en el mercado internacional. 

En la siguiente fase del programa se busca convocar a 5.000 productores para que puedan ingresar al sistema de incentivos financieros por prácticas climáticamente inteligentes. Ezio Varese, Gerente del Programa Café, de SOLIDARIDAD explica que este tipo de iniciativas de triple impacto buscan ser escaladas en el sector cafetalero. “La importancia de incentivar estas prácticas radica en que no solo aportan al medio ambiente, mejoran su productividad y calidad del café que producen, sino que también generan otras ventajas competitivas que antes no tenían”, explica el especialista.