Dos organizaciones de la sociedad civil, TEDIC y CEJIL, presentaron el 1 de noviembre de 2021 el primer caso de violencia de género en línea ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Se trata del caso de Belen Whittingslow, quien además de ser acosada sexualmente por una persona que se encontraba en una posición de poder fue re victimizada por el sistema de justicia paraguayo. En el proceso se le denegó la pericia de su celular como prueba del acoso sexual.
“La presentación de este caso ante la Comisión de la CIDH realizada por TEDIC y CEJIL es importante porque no existe jurisprudencia en el sistema interamericano que aplique a casos de violencia de género en línea. Existe una necesidad del reconocimiento del espacio en línea y todo lo que ocurre en él como una extensión del espacio físico, y en el ámbito legal, esto implica que se puedan aplicar los mismos instrumentos internacionales que hablan sobre la violencia por razón de género a los entornos digitales. Este caso constituye un primer antecedente, y las decisiones tomadas por la CIDH en el marco de esta presentación tendrán un impacto en las sentencias de futuros casos similares”, explica Fernanda Carlés, coordinadora de Proyectos de Género, Tecnología y Comunidad de TEDIC.
La violencia de género en línea tiene un profundo efecto en la vida de las mujeres de la región. Las consecuencias se ven tanto a nivel personal como social. En lo social, este tipo de violencia provoca que las mujeres se autocensuren y se abstengan a hablar libremente en los espacios en línea. Como consecuencia, hay una restricción de la capacidad de participar en debates de interés público, procesos de toma de decisiones, y perpetúa la manera en que se construyen los espacios de ciudadanía. Este fenómeno es un reflejo y una continuación de la violencia estructural que sufren históricamente las mujeres y personas de grupos minoritarios.
Por otra parte, es importante además reconocer el impacto personal que presenta cualquier tipo de violencia, en forma de afectaciones físicas y psíquicas. La falta de reconocimiento de las instituciones estatales de este fenómeno se encuentra acompañada de una falta de mecanismos adecuados para brindar justicia y reparación a las víctimas. La invisibilización de este fenómeno también trae como consecuencia la falta de programas de educación para la prevención contra la violencia digital.
TEDIC trabaja sobre este fenómeno desde distintos ejes y en alianza con distintos actores. “Generamos publicaciones, reflexiones académicas, campañas comunicacionales, incidencias políticas y litigios estratégicos buscando brindar mayores recursos sobre este problema a la población general. Gran parte de nuestro trabajo se basa además en la articulación regional con organizaciones feministas y de derechos digitales que trabajan este tema. La campaña de TEDIC que aborda este problema es “La Violencia Digital es Real””, dice Carlés.
Además, TEDIC ha generado dos investigaciones sobre violencia de género en línea. La primera, Violencia de Género en Internet en Paraguay, constituye la primera investigación cualitativa sobre la violencia digital de género en el país y busca servir como línea de base para futuras investigaciones. La segunda, Difusión de imagen no consentida en Paraguay, analiza la respuesta del sistema judicial paraguayo ante casos de difusión de imagen íntima no consentida en el país, uno de los tipos de violencia digital con consecuencias más nefastas para las víctimas. También, la organización cuenta con una serie de recursos para desarrollar talleres, tales como la guía práctica para combatir la violencia de género en Internet.
“La violencia de género permea las experiencias de las mujeres en Internet en toda América Latina. Desde TEDIC vemos como prioridad continuar el trabajo articulado a nivel regional, buscando brindar visibilidad y acompañamiento a los casos, con el objetivo final de exigir a los estados la generación de regulaciones y mecanismos que den una solución a este problema. También vemos la necesidad de identificar las formas de violencia digital que sutilmente se diferencian culturalmente en la región”, expresa Carlés.