Existe un antídoto para rescatar las democracias latinoamericanas del coma inducido en que se encuentran: la participación ciudadana. Parece un cuento trillado o una utopía imposible, como cualquier utopía, pero no lo es: es una demanda que se expresa en los grandes reclamos sociales y que podría resumirse en una manifiesta voluntad de incidencia de la ciudadanía sobre los espacios de poder. Hoy en día, esa voluntad, que toma las calles y ocupa los espacios virtuales, está comenzando a traducirse en iniciativas concretas que abren las instituciones estatales a la participación ciudadana en niveles que trascienden la emisión de un voto. En Brasil y en Colombia se están implementando dos iniciativas nacidas de la sociedad civil que buscan abrir espacios para la participación ciudadana que le permitan incidir en los temas centrales de la agenda pública. Son los casos del Laboratorio de Concejo Abierto (en adelante DemoLab), en Bogotá, y la Red de Advocacy Colaborativo (en adelante la RAC), en Brasil.
La Red de Advocacy Colaborativo: La sociedad civil recorre los pasillos del Poder Legislativo brasileño
La RAC surgió en 2018. Cuatro aspectos motivaron su creación: la necesidad de reconocimiento del rol estratégico del Poder Legislativo, la demanda de un mayor acceso al conocimiento sobre estrategias efectivas de incidencia y cabildeo, la deficiencia de habilidades organizacionales respecto del uso de inteligencia de datos para mejorar la capacidad propositiva y optimizar el tiempo de advocacy y la comprensión de la forma en que la comunicación puede unir la vida cotidiana de la ciudadanía con lo que pasa en el Congreso. Incidencia, conocimiento y comunicación. Estas necesidades compartidas, identificadas desde un conglomerado de organizaciones de la sociedad civil, dieron lugar a la conformación de la RAC, una plataforma con el objetivo de conectar los intereses colectivos y difusos de la sociedad civil y reducir su distancia del parlamento brasileño.
Según el artículo Democracia participativa e experimentalismo democrático em tempos sombrios, persiste una concepción hegemónica de la democracia que “la reduce a una forma política que consiste en la elección de élites políticas mediante procesos competitivos”. En este sentido, la democracia brasileña, en su dimensión electoral, es concebida eminentemente como un ejercicio elitista. Según un estudio publicado por el Instituto Update en 2019, en Brasil, la cuarta mayor democracia del mundo, el 85% de los representantes del Congreso son varones y el 76% de estos son blancos. Esto da cuenta de la falta de representatividad que tienen las mujeres, las comunidades indígenas y afrodescendientes y las clases populares en uno de los principales espacios de toma de decisiones del Estado. Además, los miembros del Congreso se encuentran entre el 0,1% más rico de la población brasileña, mientras que el 27% de los brasileños vive en la pobreza. Frente a un sistema político electoral valorado como hermético y corrupto, la RAC se presenta como un puente de diálogo informado sobre las necesidades sociales, económicas y ambientales entre algunos segmentos de base social y el poder legislativo, con el propósito de ampliar la legitimidad de esta corporación pública.
Actualmente, esta red con actuación a nivel federal está constituida por más de cien organizaciones sociales que se distribuyen en cuatro grupos de trabajo, articulando acciones en temas prioritarios para la agenda pública: Social y Ambiental, Derechos Humanos, Transparencia e Integridad y Nueva Economía. A través de los grupos de trabajo, estas organizaciones deliberan y conciertan en torno a medidas para la sostenibilidad, a la vez que generan mecanismos para la incidencia política de la sociedad civil en el Estado.
La articulación en torno a la RAC les permite a las organizaciones escalar el impacto de sus acciones, ya que acceden a un nivel más alto de gestión política institucional y pueden generar más vínculos y más robustos con otras organizaciones de la sociedad civil y con los parlamentarios y sus asesores. La unión entre las organizaciones genera un contrapeso importante dentro de un esquema institucional de profundas asimetrías: sería muy difícil para cada una de ellas acceder por sí sola a las instancias parlamentarias o proponer, mantener, promover y sacar adelante iniciativas legislativas. En cambio, asociadas bajo una red que les permite actuar en conjunto e impulsar agendas comunes, adquieren gran capacidad en el ejercicio legislativo. Además, al establecer relaciones de diálogo maduro y constructivo con agentes políticos, van progresivamente cambiando una cultura de campos opuestos, altamente dañina para la democracia, demostrando que los roles de la dirigencia política y de los referentes sociales son complementarios.
Brasil se encuentra en una etapa crítica de su vida democrática. Según Varieties of Democracy, un índice global que evalúa 202 democracias del mundo, desde el 2016, se observa un deterioro en los cinco componentes del índice y, particularmente desde 2019, todos se encuentran en un pronunciado declive. Por esto, redes como la RAC son necesarias para tender puentes entre el Estado y la sociedad civil brasileña, promoviendo acciones vinculadas a la circulación de la información, la orientación y el monitoreo de iniciativas legislativas, el avance de trámites parlamentarios y la socialización de acciones populares para lograr la incidencia política entre muchas otras. Esta visión común de futuro, impulsada desde organizaciones de la sociedad civil dentro del Estado, será una brújula que guíe un nuevo proceso de re-democratización en respuesta a las agendas prioritarias para la sociedad brasileña.

DemoLab: Un experimento de democracia abierta en Bogotá
Los orígenes de DemoLab se remontan al año 2016, en Bogotá, en el marco del proceso denominado “Ocupar la Política”, un espacio de encuentro, articulación, formación y construcción colectiva de nuevos liderazgos en búsqueda de canales directos de participación y comunicación en las corporaciones públicas. En este ejercicio, en el cual se articularon organizaciones de la sociedad civil (colectivos, oenegés y fundaciones empresariales), se consolidaron los lazos de confianza y determinación para la conformación en el presente año del DemoLab, el Laboratorio de Concejo Abierto, con el ánimo de consolidar un Concejo de Bogotá abierto, transparente, participativo, colaborativo e innovador.
El DemoLab lleva a cabo acciones endógenas, de fortalecimiento de capacidades al interior de la institución, que, a petición de los concejales, sus equipos o las bancadas, buscan generar mecanismos de relacionamiento y participación con la sociedad civil. Y acciones exógenas, de relación directa con la ciudadanía en prácticas de gobierno abierto, como el Concejo a la Casa, que es una iniciativa por la cual los concejales contactan a la ciudadanía de forma aleatoria para preguntarles sus opiniones sobre el Plan Distrital de Desarrollo. Acciones como esta se convierten en mecanismos innovadores de acceso y participación de la sociedad civil en las instancias públicas de toma de decisión.
Al igual que Brasil, Colombia enfrenta grandes desafíos en el componente participativo de su democracia. El Análisis de la calidad de la democracia en Colombia, informe que evalúa la calidad de la democracia colombiana entre 1958 y 2018, muestra un descenso en los valores del índice Varieties of Democracy en los años recientes. Este descenso tiene que ver con una crisis de confianza en el sistema democrático y sus instituciones, que muestra sus grandes deudas: mayor participación, más transparencia, rendición de cuentas, disponibilidad de información veraz, mayor involucramiento en la toma de decisiones, equidad, libertades civiles plenas, verdad, justicia y paz. El DemoLab busca contribuir a saldar esas deudas y abrir espacios para la participación ciudadana, con miras a recuperar la confianza en las instituciones democráticas.
Las elecciones del año 2019 permitieron renovar el 55% de los miembros del Concejo, lo que dio lugar a una nueva corporación con representantes más jóvenes, con mayor participación femenina y con amplia inclusión de agendas alternativas a los partidos y élites tradicionales. Este contexto brindó una oportunidad única para la consolidación de este experimento, a lo que se sumó la voluntad política de la mesa directiva del Concejo. Del mismo modo, el acuerdo multiactor de diversas entidades de la sociedad civil que estaban respaldando política y financieramente el proceso, generaron las condiciones externas para su consolidación.
Bajo la coordinación del Extituto de Política Abierta, una organización de la sociedad civil que hasta entonces había fungido de secretaría técnica del espacio, el DemoLab, como laboratorio de innovación pública y gobierno abierto, ha conseguido instalarse en el Concejo de Bogotá. Formalmente, ha quedado incorporado en el Plan de Acción Cuatrienal 20-23, cuenta con asignación presupuestaria y una oficina propia, que en tanto espacio físico es también simbólico, en la sede operativa del Concejo.

Una democracia que se nos parezca
La apertura a la participación ciudadana es una de las grandes deudas de las democracias latinoamericanas. Tras poco más de doscientos años de existencia accidentada, en muchos casos alternada con gobiernos de facto, hoy se enfrentan a una crisis que, a grandes rasgos, tiene que ver con un fenómeno de autocratización, por el cual la toma de decisiones recae en las manos de círculos cerrados que deciden a espaldas de la población en función de intereses propios. En un sistema de poderes enquistados, en donde las rutas tradicionales de participación derivan en puertas cerradas, la innovación se convierte en un elemento central para abrir nuevos espacios de incidencia de la ciudadanía en la agenda pública.
Esto lleva a la sociedad civil a buscar nuevas formas asociativas y organizativas para incidir en la política institucional y de interlocución con el Estado que tienen que ver con la colaboración. Bajo las acciones que proponen el DemoLab y la RAC y su ruta de implementación, subyace una hipótesis: los procesos colaborativos incrementan la efectividad y legitimidad de las instituciones públicas. En el mismo sentido, la capacidad de incidencia y advocacy de la sociedad civil organizada, en el ejercicio de la política como disputa de intereses, implica efectividad en la movilización dentro del escenario público. La promoción y el agenciamiento de redes organizacionales como escenarios de inteligencia colectiva, construcción participativa y concertación de intereses, agendas y acciones contribuye a la ampliación democrática.
Frente a la dicotomía de la construcción de lo público como responsabilidad del Estado frente a lo privado en manos de los particulares civiles y del mercado, gana espacio la construcción de lo público-no estatal y lo social-privado. Esto implica una apuesta de cambio sistémico a gran escala por la redistribución económica y del poder: esta correlación y la escasa voluntad y capacidad de los estados en Latinoamérica por cumplir su función redistributiva impelen a la búsqueda de alternativas no institucionales para la compensación social, política y económica en la sociedad.
En América Latina, una región cuyos sistemas democráticos están en gran medida limitados al componente electoral, la creciente exigencia de ampliación democrática muestra a una ciudadanía con voluntad de participar y con soluciones para aportar a las problemáticas que afectan sus vidas y sus territorios. Por esto, el DemoLab y la RAC se constituyen como alternativas de acción que permiten abrir el camino hacia democracias más amplias, igualitarias y capaces de responder a los grandes desafíos sociales, económicos, políticos y ambientales del siglo XXI, en especial en el contexto de la post-pandemia.
“Queremos instituciones que se parezcan a nosotros” es el grito de los jóvenes. Y, para ello, la ciudadanía millennial y centennial tendrá que ocupar el espacio cívico que le asegure que su impronta será la que modele los cambios y las innovaciones que la democracia que el siglo XXI requiere. De lo contrario, continuará reflejando esa imagen avejentada que nos devuelve el espejo de las encuestas y las mediciones.
Por Yanina Paula Nemirovsky y Santiago Sánchez Jiménez (Fundación Avina)
Referencias
AVINA. RAC: Rede de Advocacy Colaborativo. Informe de Autoevaluación. Brasilia: Avina. Programa de Innovación Política, 2020.
IMAFLORA. Guía para la construcción de estrategias de Advocacy: cómo influenciar políticas públicas. Piracicaba: Imaflora, 2019.
MENEZES, Livia. «Advocacy em rede: em busca de maior impacto do investimento social privado no Brasil.» Artigos GIFE. Vol 1, N° 2. Sao Paulo, 2019.
Mostra. GIFE. 1er Escaparate de la Innovación Social. 2019. https://mostra.gife.org.br/project/rede-de-advocacy-colaborativo.
TELLES, Pedro. Democracia de quem? Um estudo sobre desigualdades e eleições no Brasil. Instituto Update. 2019.
El contenido de esta publicación no refleja la posición de la Fundación Avina sobre el tema.