InnContext inicia, con esta entrega, Mujeres que abren caminos, una serie de entrevistas en profundidad protagonizadas por mujeres latinoamericanas que, desde su inteligencia, valores, coraje, amorosidad, integridad, convicción y compromiso con el bien público abren nuevas puertas a lo posible.

Laura Muñoz vivió en carne propia lo que significa que el sistema de protección de denunciantes de corrupción y el poder de la mafia conviertan al testigo en la víctima de su propia denuncia. Luego de más de diez años, los denunciados fueron condenados y Laura impulsa ahora iniciativas para que los testigos que deciden denunciar, no vivan el infierno que ella padeció.

El poder la golpeó duro para ablandarla, pero terminó por fortalecerla. La amenazaron y presionaron de todas las formas posibles, incluso quienes debían cuidarla, pero lejos de retroceder, avanzó. Quisieron hacerla pasar por loca, pero ganó en cordura. La intimidaron físicamente y la provocaron con bajezas, pero demostró que no necesitaba ser alta para tener altura. La hicieron temblar de miedo, pero se abrigó en coraje. La hicieron llorar de angustia y con las lágrimas regó su templanza. Se llama Laura Muñoz y marcó un hito en la lucha contra la corrupción en Argentina y Latinoamérica. Ella, en su interior, así lo siente. Ahora falta que nosotros nos demos cuenta. Por eso, aquí, la presentamos.

En octubre de 2009 Laura comenzó a descubrir la trama en la que estaba envuelto su marido, el abogado Alejandro Vandenbroele, quien le terminaría confesando que era testaferro (1) de los negocios del vicepresidente argentino Amado Boudou y de su socio José María Núñez Carmona. Pero el reconocimiento de la actividad corrupta por parte de su esposo no fue para pedirle que lo ayudara a salir del entramado que lo envolvía, sino para involucrarla y hacerla cómplice. Pero logró todo lo contrario. “Enterarme de eso fue un shock emocional, fue como haber estado durmiendo con el enemigo. Entre otras cosas, se habían quedado con la imprenta Ciccone (2), la fábrica de hacer billetes. Por otra parte, estaban cobrando dinero del gobierno de la provincia de Formosa por consultorías (3) que jamás se realizaron. Es decir que no solo estaban robando, sino que le estaban robando a una de las provincias más pobres del país”. A partir de ese momento, Vandenbroele le pidió –y luego exigió– a Laura que se mudaran de Mendoza a Buenos Aires para poder priorizar su nuevo trabajo, a lo que ella se negó. “Yo lo presionaba para que se alejara de esa gente y él comenzó a ponerse cada vez más violento hasta que me dijo que no volvería a Mendoza, pensando que yo terminaría yendo a Buenos Aires porque acá me quedaba sin nada, teniendo que sostener a mis tres hijos”.

A partir de allí, entre 2010 y 2012 comenzó un calvario para Laura: Vandenbroele presentó demandas en el juzgado de familia por tenencia, visitas y alimentos de la hija que tenían en común. Cuando la citó el juez, ella le explicó lo que estaba haciendo su esposo, pero el magistrado, lejos de considerar su denuncia, la mandó callar y le exigió que firmara el acuerdo en los términos impuestos por quien era todavía su marido, algo a lo que se negó. Pero Vandenbroele no se detuvo allí y la asfixió económicamente para meter más presión. Entonces ella contrató una abogada de familia a quien empezaron a amenazar. Las situaciones violentas se trasladaron a la vida cotidiana de Laura y sus hijos. Vandenbroele los desalojó de la casa que habitaban y debieron trasladarse a un rancho precario y alejado de la ciudad que fue lo que Laura pudo conseguir, porque si bien disponía de una pequeña suma de dinero heredada de su padre, al no tener ingresos ni garante, no pudo alquilar una vivienda por lo que la familia debió permanecer un largo tiempo sobreviviendo en la precariedad. Cuando finalmente lograron instalarse en una casa, entraron a robar, se metía gente de noche, perseguían a Laura por la calle policías o autos desconocidos, la llamaban por teléfono o se comunicaban con las madres de los compañeros de sus hijos para hostigarlas, buscaba el auto para ir a trabajar y se encontraba con las cuatro ruedas pinchadas, halló al perro envenenado, Vandenbroele se llevaba de la escuela a la hija con el policía que había contratado como custodia, quien llegaba al jardín de infantes en el patrullero e ingresaba armado, algo que está prohibido. Pero la jugada más audaz fue tratar de declararla insana. La comenzaron a citar casi semanalmente a audiencias en el juzgado y a pericias sicológicas y psiquiatras -le hicieron decenas de Test de Roger-e incluso algunas de esas pericias fueron realizadas en presencia de sus hijos, práctica que se encuentra prohibida. “Me hicieron vivir una película de terror. Vivía atemorizada. Entonces un día vi en el diario una nota de Nicolás Wiñazky sobre Ciccone, lo llamé y le dije que allí estaba involucrado mi marido. Nicolás entonces me dijo: no hables más, te voy a contactar personalmente. Me cortó la llamada y me quedé aterrada, porque no entendía por qué me cortaba el teléfono”.

Nacida el 14 de marzo de 1975 en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires, al año de vida sus padres se mudaron a Ciudad Jardín, en el Palomar, una localidad del área metropolitana de Buenos Aires. Laura cursó la escuela primaria y secundaria en un colegio de Hurlingham, otra localidad del conurbano bonaerense, donde padeció una experiencia traumática durante su adolescencia por lo que debió aprender de muy niña a nadar en aguas turbias y revueltas. Pero nunca imaginó lo que le deparaba esta nueva marea de hostilidad. Cuando Wiñazky se presentó en su casa, Laura le contó todo lo que sabía y le aportó pruebas. Desesperada le preguntó sobre la manera de protegerse y el periodista le respondió que lo mejor era hacerse pública, algo que comenzó a suceder el 6 de febrero de 2012, el día en que fue entrevistada en el programa radial del periodista Jorge Lanata por el propio Wiñazky. “Estaba aterrada. Todavía hoy escucho el reportaje y me angustio. No sabía cómo encarar la entrevista. Encima Nicolás me dice: usá el potencial, así que tenía miedo hasta de cómo expresarme. Cuando terminó la nota, dije: ya está, esto va a traer alivio a mi vida. Ahora la Justicia va a actuar. Pero no, fue el pasaje al infierno. Pasé a ser socialmente una paria. Por la calle nadie me hablaba. Quedé aislada totalmente de la sociedad. Incluso mi propia familia le creyó a Vandenbroele en lugar de a mí. Salvo algunas pocas personas que me tendieron una mano, me quedé sola”. Destaca entre esas escasas ayudas al encargado del transporte escolar, que mantenía a su hija a bordo del micro cuando Laura sufría algún percance que retrasaba su llegada para retirarla de la escuela. “Cuando todo salió a la luz, mis hijos ya habían vivido lo más duro, toda la persecución y presión cotidiana, el abandono de sus abuelos y tíos. Ya estaban, de alguna manera, preparados para lo que vendría”.

Laura llegó a Mendoza con sus dos hijos (fruto de un matrimonio anterior) y Vandenbroele a fines de 2006. Por lo tanto, cuando comenzó su calvario en 2009, era prácticamente una desconocida para la sociedad mendoncina. “Muchos pensaban que yo era una loca desquiciada, pero era lógico, si no conocían mi pasado, casi no sabían nada de mí. Pero otros lo hacían por un tema cultural: mucha gente se pone del lado del mafioso porque ven al ladrón con plata como un aspiracional. Tienen impunidad y muchos hasta le festejan que robe. Entonces, ¿quién tiene más charme?, Laura sin plata, perseguida, demacrada, con tres chicos a cuestas, gritando una verdad poco probable, o Boudou en la Harley, pelos al viento, rockman, departamento en Puerto Madero, vicepresidente de un país… ¿Quién es más pro? Parecemos adolescentes, todo es la imagen, la imagen, la imagen”. Pero reconoce que el pueblo mendocino tuvo un quiebre y ese momento fue cuando el fiscal Carlos Rívolo, al tiempo de haberle tomado declaración, sostuvo públicamente en los medios de comunicación que el testimonio de Laura era creíble, confiable y tenía sustento. “A partir de allí dejé de ser una loca, pero la verdad que el sistema te quiere enloquecer. Imaginate una persona yendo todas las semanas a una pericia, a citaciones de un juez de familia que te amenaza con meterte presa y sacarte a tus hijos, trabajando por horas de acá para allá, con tres chicos en crisis a cargo, con dos pesos con cincuenta en el bolsillo… sabés que secaba la yerba al sol en una asadera para volver a usarla. Y, además, no tenía a nadie con quien hablar porque la gente se espantaba y los entiendo, porque la verdad que no era alguien pro con quien aliarse. El sistema busca enloquecerte, busca provocarte para que pierdas el quicio y puedan decir: vieron, era una loca, era una despechada, pero por suerte no me pasó. Es un gran, gran, gran trabajo mantenerte en eje”. Sin embargo, la situación no mejoró al tomar estado público su denuncia, pues el gobierno provincial, que respondía al mismo partido que el vicepresidente denunciado, le designó una custodia a la cual debía darle señales de vida a cada rato. “La policía mendocina hacía la rondina cada tres horas, eso me obligaba a tener que dar presente en mi casa porque si no me tiraban la puerta abajo. Entonces mi vida comenzó a compartimentarse en fracciones de tres horas. Tenía que trabajar por turnos, tenía que dormir por turnos. Cada tres horas, incluso en la madrugada, debía asomarme para que el patrullero me viera, tratando de que los chicos no se asustaran. Así te van diezmando la psiquis para que explotes”.

Desde la entrevista con Lanata, comenzó a ser buscada por radios, canales de televisión y medios de prensa escrita de todo el país. Laura atendió a todos, porque quería contrarrestar el poder mediático que tenía el vicepresidente Amado Boudou para que su verdad también fuera escuchada en cada rincón del país. Era la mejor manera de no quedar arrinconada. “Pero llegó un momento en el que sentí mucha presión, porque no podés dejar de sentirte invadida. Llamaban a cualquier hora, me preguntaban cualquier cosa y vos siempre te tenés que mantener centrada. Fue muy desgastante, pero fue la única manera de llegar viva hasta hoy. Sin la prensa me hubieran internado en un siquiátrico”.

A esta altura de la charla se imponía preguntarle a Laura cómo resistió emocionalmente a toda esa presión. “Me sostuvo el poder de la verdad. Cuando vos sabés que lo que vos decís es cierto y si te matan, o te encierran en el siquiátrico, tu verdad se pierde, la fuerza aparece. Sabía que yo era mi propio sostén, porque además tenía que sostener a mis tres hijos, porque quería demostrarles que yo no era lo que mucha gente decía. Empecé a buscar lo que me hacía bien, qué era lo que me conectaba conmigo para tratar de conectar con mi esencia. Pensaba, no me pueden robar mi alma, no me pueden robar quien soy. En la biografía de Nelson Mandela, que pasó décadas preso, entendés que hay algo en el ser humano que es esencial de cada vida, que es como tu luz, que nunca hay que perder porque esa luz brilla igual, estés adonde estés. Y eso es lo que te da el poder de creer en uno mismo y así fui desarmando a los que me amenazaban, superando cada una de las cosas que el sistema me ponía en el camino para destruirme. Tener la verdad es tener la espada de la templanza. En un momento fui a un sicólogo y me quiso medicar y le dije que prefería sufrir si tenía que sufrir, caer al pozo y romperme todos los huesos y sentir ese dolor inmenso porque es la única forma de reconstruirte. Me ayudó refugiarme en los libros, porque leer me aislaba de la terrible realidad que vivía. Recuerdo que leí “1984” de George Orwell y parecía la realidad que estaba viviendo, pero era la realidad contada por Orwell y me daba herramientas. Leer me aportó otras miradas, como la de Joe Dispenza (4), que me acercó a la meditación. Con el tiempo volví a pintar y nunca perdí las cosas que me hacen bien, como la naturaleza, los caballos, el deporte, tocar el violín. Hay que hacer lo que está bien y sostener los principios y los valores. Hay que aferrarse a la verdad, más aún cuando es una verdad que aporta al bien común, una verdad para todos”.

El sol ya se escondía en la cordillera mendocina y Laura seguía frente al grabador contando su historia. Equilibrada, emocionada, indignada, reflexiva, compasiva, desafiante, amorosa, conmovida. Todo eso es ella y semejante cóctel resultó un mal trago para la corrupción enquistada en la esfera más alta del poder. “Me venían a ofrecer plata para que cambiara mi testimonio y yo les decía: si hubiese querido plata me hubiese quedado con el dueño de la máquina de hacerla. Entonces se enfurecían y me decían que les dijera quién me protegía. Y me fui dando cuenta de que la gente mafiosa le tiene mucho miedo a la verdad, porque son cobardes e inseguros”. Recuerda algunos momentos clave durante estos largos años: “Sin dudas un punto de inflexión fue el inicio del juicio. Otro, su finalización. Y Boudou en su casa, dando clases en la UBA fue otro. Los tres totalmente distintos. Pero hay que mirar el último, porque los anteriores son historia. Y la verdad que ver a Boudou riéndose de todos nosotros, disfrutando de la jubilación de privilegio del Estado que le pagamos todos y dando clases para contar que todo esto es mentira y que él es una víctima, nos demuestra que acá hay que hacer algo distinto, porque por este lado, el de ir contra los malos, no se puede. Tal vez la solución sea ver cómo podemos ser mejores sin tener que ir contra los malos, porque yendo contra los malos, pasa lo que está sucediendo con Boudou. Entonces miremos algo distinto, apuntemos a la educación, sembremos allí una semilla y desde allí cambiemos el paradigma. Tal vez se pueda ir contra lo malo, pero con una nueva generación que elija bien. Y con testigos que cuando denuncian estén protegidos, cuidados y beneficiados”.

Ingresar al programa de protección de testigos en Argentina (5) es como entrar a un gallinero cuidado por un zorro. Para empezar, depende del Poder Ejecutivo -ministerio de Justicia- lo que significa que está en manos del propio gobierno cuyos funcionarios son denunciados. “Entré al programa en el año 2013 por orden del juez Juan Carlos Gemignani y en ese momento sentí que me estaban cuidando. Pero en realidad la gente del programa se presentó en mi casa y luego no hubo más nada. Fue una mera presentación. Me dieron un teléfono al que podía llamar si me pasaba algo. De vez en cuando llamaban ellos, pero era nada más que eso. Por un tiempo perdí todo contacto con el programa. Decía en las entrevistas periodísticas que era parte del programa para que se supiera que estaba custodiada, pero en realidad estaba a la deriva. La custodia en realidad estaba en manos de la policía provincial que era un desastre, hasta dejaban entrar a Vandenbroele a mi casa. Todo cambió cuando se hizo cargo de mi custodia la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que es un grupo muy profesional entrenado para ocuparse de testigos en casos de narcotráfico o trata de personas, que hace su trabajo muy bien y con ellos pude relajarme un poco. Pude empezar a dormir sabiendo que había alguien que me cuidaba. Cuando cambió el gobierno nacional en 2015, dije: bueno, ahora van a venir a cuidarme, pero siguió sin pasar nada. Cuando llegó el año del juicio –el juicio oral comenzó el 3 de octubre de 2017 y se dictó sentencia el 7 de agosto de 2018– la llamé a Laura Alonso –titular de la Oficina Anticorrupción– y entre ella y Ernesto Sanz –dirigente político de la provincia de Mendoza– se ocuparon de hacer de nexo para reconectarme con el programa de protección de testigos. Cuando llegaron las personas del programa me dijeron: perdón, nos olvidamos de usted. Así que el comienzo fue áspero, pero debo reconocer que durante el juicio se ocuparon de mí y de mis hijos. Fueron muy profesionales. Pero con el nuevo cambio de gobierno en 2019, desaparecieron otra vez. De hecho, hoy estoy peleando por cosas que me prometieron en el gobierno anterior y que ahora me las niegan diciendo que ésta es otra gestión. Estos entes deberían ser independientes porque como están funcionando en la actualidad, terminan poniendo a los testigos en una situación de arréglatelas solo. Y eso es terrible porque cuando uno es testigo se ve involucrada en una situación que no conoce. El arrepentido es distinto, porque esa persona es un delincuente, que eligió estar en ese lugar, que tiene en su poder los millones que robó, que conoce a los involucrados, que maneja mucha información y tiene infinitas formas de negociar. De hecho, a Vandenbroele, que se convirtió en arrepentido, le terminaron dando un hotel en Chacras de Coria –Mendoza-, dinero y además se quedó con la plata que robó con las coimas. Parece que los arrepentidos terminan bien y a los testigos los matan y nunca se condenan a los corruptos. Pero mi caso es algo atípico porque llegamos al juicio y condenaron a los malos. Pero después te dicen: muchas gracias, volvé y empezá tu vida de cero como puedas, pero vos ya tenés la vida estallada en mil pedazos y sin nada de lo que vos eras cuando todo empezó. Y esto no debería ser así, porque hay una ley para testigos donde se los tiene que compensar con dinero (6), con un porcentaje de lo que el país recupera gracias a sus denuncias y aportes de pruebas. Se lo tendría que ayudar para que el testigo pueda volver a una vida similar a la que tenía. Pero en cambio, te tenés que pelear con todos para que te tiren dos migajas mientras te dicen no podés trabajar, mudate de casa, no podés salir a la calle, tenés que vivir con la custodia dentro de tu hogar. Está todo bien, pero el programa tendría que ayudar a que el testigo pueda llevar su vida diaria de la manera más normal posible, porque si el testigo cumple con todas las reglas que impone el programa, pero el programa no lo asiste, ¿cómo hace para sobrevivir? El programa debería ser un aliado y el Estado debería cuidar al denunciante. Yo vivo dependiendo de lo que otros me dicen respecto de cómo tengo que vivir. Que el Estado nos proteja es muy importante, porque si los testigos somos desechables, nunca más va a haber testigos”.

Luego de declarar en el juicio, Laura se derrumbó. Literalmente. Tuvo que llegar al auto que la sacaba de Tribunales sostenida por su custodio y su hijo mayor. Durante buena parte del viaje no paró de llorar. Tiempo después, la angustia de la denunciante se convertiría en la condena de los denunciados. Sin embargo, desde hace algunos meses, Amado Boudou está cumpliendo su condena en prisión domiciliaria, disfrutando de su familia y dando conferencias virtuales en la Universidad de Buenos Aires (UBA) como si fuese mártir de la prensa ensañada con su persona o víctima del lawfare. “Si bien la Justicia demostró que puede hacer justicia, porque armó un juicio en tiempo récord y condenó, para mí es muy frustrante y muy indignante ver que después de todo lo que yo y mis hijos sufrimos y ver cómo mi vida se destruyó, hoy Boudou esté en su casa, cobrando la pensión como vicepresidente. Esa pensión se la tendrían que donar a un comedor comunitario. Me sigo involucrando y sigo declarando en los medios contra Boudou porque todavía falta que se lo juzgue por el caso de Formosa y por el caso Ciccone II, que es la ruta del dinero”.

En la vida de Laura ya no hay lugar para dos cosas: ingenuidad y resignación. “Hoy estoy luchando con un grupo de abogados para que el Estado me compense con lo que fija la ley de testigos y que quede como un precedente para que cualquiera que sea testigo tenga los beneficios establecidos en las normas y no tenga que pasar por lo que yo pasé. Quiero allanarle el camino a cualquier otra persona para que se anime a denunciar corrupción. Que cuando me escuche diga: pero si esta mujer lo logró, por qué yo estoy siendo cobarde y no denuncio”. Además, Laura se suma a iniciativas que promueven herramientas de participación o de transparencia en la gestión pública y en el sistema electoral, como la ley de ficha limpia, que fue sancionada en la provincia de Mendoza en 2020. Esta norma impide que se presenten en las elecciones candidatos que tengan condenas por delitos de corrupción. Pero este compromiso con la transparencia lo vivencia desde otro lugar, desde la paz alcanzada consigo misma luego de una década de angustia y soledad. “Siento una gran paz interior. Llegó un momento en que comencé a sentirme muy orgullosa de lo que hice. Porque lo que hice era lo que tenía que hacer. Cuando me toca ir hacia atrás, no puedo creer lo que hice y cómo lo hice, cómo logré aguantarlo, lograr que mis hijos crecieran felices, subsistir económicamente, cómo hice para enfrentarme con toda esa gente poderosa y tener esa fortaleza. Cuando miro para atrás compruebo que logré no quedarme pegada a esos últimos diez años de mi vida, porque son crueles y de mucho espanto. Pero todavía no puedo evitar, luego de dar una nota, quedarme 48 horas llena de angustia debido a los recuerdos que me trae revivir todo eso. Siento que hice todo, todo, todo lo mejor que pude y más allá del resultado, me siento en paz, porque di todo. Me desafié a mí misma e hice y aguanté cosas que pensé que jamás podría soportar. Pero es algo ambiguo, porque siento un gran crecimiento personal, una gran plenitud, pero soy feliz en soledad, porque tengo ese gran desgarro de lo que perdí. Tal vez mi mirada sea más dura que antes de todo esto, tal vez sienta que perdí algo de dulzura y ternura hacia la vida. Por eso trato de llenar los huecos de la vida de la otra persona con amor. Hoy lo que más me hace feliz es dar, y eso lo descubrí en todo este tiempo”. Pero cuando pasamos de la paz individual a la paz colectiva, a la paz que deberíamos alcanzar como sociedad, allí afloran en Laura sentimientos encontrados: “Me parece que la actitud individual del argentino es muy adolescente, cuando alguien tiene una actitud un poco más altruista y dice la verdad le quieren levantar una estatua. Decir la verdad no debería sorprender a nadie porque es lo que hay que hacer. Decir la verdad no es hacer nada fuera de lo normal y allí te das cuenta de lo desfasados que estamos en cuanto a valores. Creo que cada uno tiene que ponerse las pilas con la vida propia y con la vida del prójimo. No creo que eso suceda de arriba para abajo ni sea una decisión colectiva. Los argentinos no somos muy buenos en equipo porque todavía no somos buenos de a uno. Porque de a uno no tenemos claro los valores que queremos, de a uno no tenemos claro si está bueno robar y llevar una vida de arriba o ganártela con esmero”.

Laura quiere invertir parte del resarcimiento legal que le corresponde como testigo denunciante en la creación de una fundación que se dedique a la educación porque “mi felicidad sería ver que la generación que viene surgiendo, sea una generación educada académicamente, en valores, en esfuerzo, una generación basada en el trabajo y bien pensante. Hacer de Mendoza un gran semillero de chicos que nos cambien el país”. Pero la mejor recompensa para Laura en todo este proceso que ya lleva doce años de lucha aislada y sufrimiento en soledad es saber que lo que parecía un callejón sin salida es en realidad un camino al futuro, un camino que transita con dos hijos y una hija que aprendieron a admirarla. Un camino al que recientemente se sumaron un grupo de referentes de la sociedad civil para poner en marcha un espacio denominado Soporte, cuyo objetivo es dar apoyo a personas como Laura y lograr las modificaciones que el sistema de protección de denunciantes necesita para garantizarles protección jurídica, económica y emocional, además de las condiciones de seguridad.

Laura Muñoz pudo haber sido cómplice de la corrupción, pero asumió el desafío de ser denunciante, convencida de que para que la Justicia sea ciega se necesitan testigos que vean y para que el Poder Judicial condene hacen falta testigos que hablen.

Autor: Carlos March (Fundación Avina)

El contenido de este InnContext no refleja la posición de la Fundación Avina sobre el tema.


(1) A través de la empresa The Old Fund.

(2) El Caso Ciccone es el nombre con el que se conoce en Argentina al escándalo político en dicho país que involucra al ex-Vicepresidente Amado Boudou y la imprenta Ciccone Calcográfica (luego Compañía de Valores Sudamericana.​ El Tribunal Oral Federal N°4 condenó a Amado Boudou por los delitos de cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública a 5 años y 10 meses de prisión, a José María Núñez Carmona a cinco años y seis meses de prisión como partícipe necesario de esos delitos y a Nicolás Ciccone por cohecho activo a 4 años y seis meses de prisión, todas ellas penas de cumplimiento efectivo y también dictó condenas cuyo cumplimiento dejó en suspenso para Alejandro Vandenbroele, como partícipe necesario a 2 años de prisión, Rafael Resnnick Brenner a 3 años de prisión y a Guido Forcieri a 2 años y 6 meses de prisión. En julio de 2010, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), se presentó en el expediente judicial a pedir la quiebra de Ciccone Calcográfica por una deuda con el fisco de 60 millones de dólares, que se ordenaría el 15 de ese mes. La empresa London Supply, contratista del Estado Nacional en el rubro aeropuertos se presentó ante la Justicia y pagó 1,8 millones de pesos, lo necesario para permitir el trámite de levantamiento de la quiebra de Ciccone. London Supply pagó el dinero “en nombre de” la empresa fantasma llamada “The Old Fund”, representada por Alejandro Vandenbroele; como resultado, Vandenbroele pasó a ser el presidente de la empresa. El 24 de septiembre de 2010, la Justicia levantó la quiebra de la ex Ciccone, lo que se tornó efectivo a partir de mediados de octubre de ese año. Ese mismo mes, Ciccone Calcográfica pide a la AFIP una moratoria que incluya quita de intereses, multas y honorarios. El jefe de asesores de la AFIP, Rafael Resnick Brenner, si bien considera aceptable el pedido, sugiere consultar al en ese entonces Ministro de Economía Amado Boudou. La AFIP le envía una nota al ministro en la que se le plantea que resultaba determinante su intervención. El Ministro Boudou firma una nota para que se proceda a la petición formulada por Ciccone, dando instrucciones a la AFIP para darle a la empresa una moratoria excepcional para poder refinanciar su deuda, diciendo que “…se le hace saber que este Ministerio considera que el ejercicio de las competencias propias de ese Organismo en el sentido de permitir la continuación de la empresa concursada…responde a los lineamientos políticos generales de este Gobierno, dadas las fuentes de trabajo generadas por la empresa y su importancia estratégica”. El 18 de noviembre de 2010, Resnick Brenner dictaminó a favor de la concesión del plan de pagos, pero Ricardo Echegaray rechazó de puño y letra afirmando que “el plan debía ajustarse a derecho”. A mediados de 2011, The Old Fund tomó el control de la planta y en julio es renombrada como Compañía de Valores Sudamericana S.A. En agosto de 2012, en la Cámara de Diputados de la Nación, se aprobó una ley para “declarar de utilidad pública y sujeta a expropiación a la Compañía de Valores Sudamericana (CVS). Dicha ley, entre otras cosas, establecía que “Una vez culminado el proceso de expropiación, la totalidad de los bienes pasarán a integrar el patrimonio de la Casa de la Moneda.” La empresa fue estatizada cuando Amado Boudou aún era vicepresidente y ya había sido denunciado, sin que se pudiera saber quiénes eran los dueños de la empresa ni nadie se presentara a reclamar el dinero de indemnización. Los condenados apelaron y, en julio de 2019, la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal confirmó las condenas:​ La Justicia consideró que estaba probado que la firma fue financiera y jurídicamente obtenida en forma ilegítima y pudo contratar irregularmente con el Estado Nacional. Los condenados volvieron a apelar, excepto Vandenbroele, hasta llegar a la Corte Suprema de Justicia, quien en diciembre de 2020 ratificó definitivamente la condena firme. Boudou permanece en arresto domiciliario. Fuente: Wikipedia.

(3) En la denominada causa “Formosa” se investiga la contratación de la firma The Old Fund que cobró más de $7.600.000 por un supuesto asesoramiento a la provincia para reestructurar la deuda pública con el Estado nacional. La Justicia comprobó en estos años que The Old Fund, una firma sin experiencia en el mercado de la consultoría y sin actividad comercial antes de quedarse con Ciccone, cobró $7.667.161,30 (casi 2 millones de dólares) por un supuesto asesoramiento para la reestructuración de la deuda provincial. En su declaración como arrepentido, Vandenbroele declaró que fue toda una simulación, y que el dinero se repartió en dos partes de 795 mil dólares (una para los funcionarios de Formosa y otra para Boudou y Núñez Carmona).El arrepentido habría recibido una comisión de 200 mil dólares. Amado Boudou llegó al Ministerio de Economía en julio de 2009 y en septiembre de ese año la provincia firmó el convenio con The Old Fund. En marzo de 2010, finalmente Boudou e Insfrán firmaron una adenda al acuerdo. Vandenbroele reveló luego que el contrato se firmó luego de la adenda, aunque figuraba con la fecha del 11 de septiembre de 2009. El gobierno de Formosa utilizó al Fonfipro para el pago de la factura número 3 del talonario de The Old Fund. Esa factura –la primera, ya que las anteriores fueron anuladas– fue emitida el 20 de mayo de 2010. El dinero se retiró en efectivo en dos tandas: el 31 de mayo de ese año y el 3 de junio. Luego se transfirió una “comisión” de más de 2 millones de pesos a la empresa de Martín Cortés, titular de la empresa Estrategias de Imagen y Comunicación, por un supuesto servicio de consultoría que nunca existió. Cortés también habría cobrado 219.085 dólares. En total, recibió USD 795 mil. Según Vandenbroele, esa era la “coima” para los funcionarios de Formosa. Fuente.

(4) Joe Dispenza es un médico, conferencista internacional, doctor en quiropráctica, bioquímico, neurocientífico, profesor, escritor e investigador estadounidense.

(5) Ley 25.764.

(6) Ley 27.319. Informante. ARTÍCULO 13. — Tendrá carácter de informante aquella persona que, bajo reserva de identidad, a cambio de un beneficio económico, aporte a las fuerzas de seguridad, policiales u otros organismos encargados de la investigación de hechos ilícitos, datos, informes, testimonios, documentación o cualquier otro elemento o referencia pertinente y útil que permita iniciar o guiar la investigación para la detección de individuos u organizaciones dedicados a la planificación, preparación, comisión, apoyo o financiamiento de los delitos contemplados en la presente ley. ARTÍCULO 14. — El informante no será considerado agente del Estado. Debe ser notificado de que colaborará en la investigación en ese carácter y se le garantizará que su identidad será mantenida en estricta reserva. El Ministerio de Seguridad de la Nación dictará las disposiciones necesarias a fin de reglamentar las cuestiones atinentes a la procedencia y forma de contraprestación económica. No será admisible la información aportada por el informante si éste vulnera la prohibición de denunciar establecida en el artículo 178 del Código Procesal Penal de la Nación. De ser necesario, deberán adoptarse las medidas de protección adecuadas para salvaguardar la vida y la integridad física del informante y su familia. Fuente. La evaluación que permitirá al informante cobrar la prestación económica de la que habla la ley se encuentra regulada en la Resolución Ministerial 917-E/2017, más precisamente en su Anexo III, artículos 10; 11 y 12. Fuente.