Existe una frase popular, atribuida a Mahatma Gandhi, que dice: “tú debes ser el cambio que quieres ver en el mundo”. Y, por lo menos cuando se trata de acción climática, eso es posible. La crisis climática es uno de los grandes desafíos que enfrenta la humanidad y el futuro de la vida en el planeta, tal y como la conocemos hoy, depende de que logremos superarlo. Eso significa cumplir la meta establecida por la ciencia de limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados, cifra que retumba ya no como la deseable, sino como la necesaria para evitar consecuencias catastróficas para la vida en el planeta.

Por esto, el llamado a la acción climática es urgente para generar el cambio que necesita el mundo: avanzar hacia una economía descarbonizada. Y, como dice esa famosa frase, en este caso es posible llevar adelante ese cambio, incluso desde la individualidad. Cada vez son más las organizaciones y las personas que inician su propio proceso de transición hacia la carbono neutralidad. Fundación Avina es una de las organizaciones que se ha sumado a la carrera por el clima: desde el 2019 es una organización carbono neutral en sus operaciones y se encuentra en proceso de alcanzar la carbono neutralidad en su totalidad al 2025.

Fuente: GHG Protocol

La carrera hacia la carbono neutralidad

Carbono neutralidad, huella de carbono cero o Net Zero son términos que aluden a un mismo concepto: lograr que las emisiones netas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero liberadas a la atmósfera como producto de una actividad sean iguales a cero. Según la definición de la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia (Science Based Targets), tener cero emisiones netas implica “Alcanzar un estado en el que las actividades efectuadas dentro de la cadena de valor de una organización no causen ningún impacto neto en el clima debido a emisiones de gases de efecto invernadero”. Para lograr este objetivo, el primer paso es entender que prácticamente todas las actividades humanas tienen como consecuencia la emisión de gases de efecto invernadero. Por esto, para alcanzar la carbono neutralidad se deben reducir las emisiones al mínimo posible y compensar aquellas que no se puedan evitar a través de estrategias para retirar carbono de la atmósfera.

IDESAM (Instituto de Conservação e Desenvolvimento Sustentável do Amazonas) es una organización sin fines de lucro que trabaja en temas de desarrollo sostenible en la Amazonía brasileña. IDESAM es una organización pionera: desde el año 2010, comenzó a implementar el programa Carbono Neutral, “con el objetivo de ayudar a empresas, eventos, socios y aliados a neutralizar sus emisiones”, dice Victoria Bastos. Bastos es coordinadora del Programa de Cambio Climático de IDESAM, dentro del cual se ubica el programa Carbono Neutral. Según Bastos, el programa comenzó a partir de una voluntad de la organización de neutralizar sus propias emisiones: “IDESAM ya trabajaba en el interior del Amazonas con plantaciones en sistemas agroforestales. Pero las plantaciones no estaban relacionadas con la neutralización de emisiones. Entonces, empezamos a desarrollar la expertise. Nos dimos cuenta de que las plantaciones podían ser utilizadas para neutralizar nuestras emisiones”. Así fue como IDESAM comenzó a contabilizar las emisiones que absorbían sus propias plantaciones: “eso significa que teníamos que entender en qué medida nuestro modelo de plantaciones en una hectárea conseguía neutralizar emisiones”.

Una vez que una organización tiene su inventario y conoce el volumen de carbono que emite en un periodo determinado, está en condiciones de compensarlo para ser carbono neutral

Victoria Bastos, Coordinadora del Programa de Cambio Climático de IDESAM

El primer paso para neutralizar las emisiones que genera una organización es contabilizarlas. Para esto, existen varias metodologías y normas con las que se pueden elaborar los inventarios de gases de efecto invernadero, que son herramientas para contabilizar la cantidad y el tipo de gases contaminantes liberados a la atmósfera. “Nosotros usamos las directrices del Greenhouse Gas Protocol (GHG), un órgano internacionalmente reconocido que establece el mínimo de actividades que deben ser incluidas en el inventario de gases de efecto invernadero de una organización y cómo medir cuantitativamente sus emisiones. Una vez que la organización tiene su inventario y conoce el volumen de carbono que emite en un periodo determinado (que suele ser de un año), está en condiciones de compensarlo para ser carbono neutral”, explica Bastos.

Luego de hacer la medición de emisiones en un año, se debe definir qué acción se realizará para compensar esa cantidad, para lograr que las emisiones netas sean iguales a cero. Existen diversos mecanismos para hacer esa compensación, que van desde las plantaciones de árboles y la reforestación, la inversión en energías renovables, hasta la compra de bonos en el mercado de carbono. IDESAM trabaja con plantaciones de árboles nativos en el estado de Amazonas. “Realizamos todas nuestras plantaciones en conjunto con los aliados productores, de modo que también puedan generar productos agroforestales para el beneficio de las familias locales. Ellos utilizan los productos no madereros de los árboles, como sus frutos o aceites, para consumo propio o venta. Las especies son elegidas con base al interés del productor local, de modo que pueda usarlas para generar renta o para mejorar su seguridad alimentaria”, explica Bastos. El modelo de compensaciones que propone IDESAM incluye, además, un impacto social positivo, ya que trae beneficios para la población local.

Pedro Soares, gerente del Programa de Cambio Climático de IDESAM, advierte que en la organización “plantamos árboles no solo para capturar carbono, sino para mejorar los ingresos de las familias de la Amazonía y para recuperar áreas boscosas degradadas”. La organización ofrece asistencia técnica a las familias productoras, que son las encargadas de cuidar el bosque y recibir sus beneficios. Según Soares, “Nosotros trabajamos en un área de protección estadual. Es una reserva de 400.000 hectáreas en la que habitan varias comunidades. Tenemos un sistema de monitoreo online en donde se puede obtener toda la información de cada proceso: las familias beneficiadas, las áreas plantadas, el año, el número de árboles. Creamos este sistema para generar transparencia y también para acercar a los aliados con las familias, porque no todos pueden ir a la Amazonía a ver los resultados”.

Estamos quemando combustibles fósiles sin pagar por el cambio climático que estamos generando. Ahora estamos en el límite planetario y no podemos ignorar más ese costo.

Pedro Soares, Gerente del Programa de Cambio Climático de IDESAM

El proceso de asumir responsabilidades climáticas

Fundación Avina es una de las organizaciones aliadas de IDESAM y desde el 2019 comenzó su proceso hacia la carbono neutralidad. La organización ya había realizado compensación de algunos eventos y actividades especìficos desde el 2008, pero desde el 2020 asumió la responsabilidad de empezar a realizar compensaciones anuales de sus operaciones. Avina se encuentra compensando sus emisiones del 2019 y el 2020 a través del Programa Carbono Neutral de IDESAM, realizando plantaciones en sistemas agroforestales en la Reserva de Desarrollo Sostenible de Uatumã, estado de Amazonas. Juliana Strobel, gerente programática de Fundación Avina, comenta que la crisis climática hace que la necesidad de actuar para las personas y organizaciones sea cada vez más urgente: “La emergencia climática en términos globales ha llevado a las organizaciones a pensar qué más pueden hacer. Aquellas que, como nosotros, están ahora iniciando su camino hacia la carbono neutralidad, quizá ya trabajaban en temas de cambio climático. Pero yo creo que ser carbono neutral es lo básico de cualquier organización, es el mínimo. Y es algo que puede hacer cualquiera: desde una persona, una organización, hasta una fábrica”.

Strobel señala que el foco de atención frecuentemente recae sobre los países, los municipios, las grandes industrias, por su alto nivel de responsabilidad en la generación de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, las pequeñas empresas y organizaciones también tienen mucho por aportar a la solución: “En Avina descubrimos que, en 2019, emitimos más de 400 toneladas de carbono equivalente en nuestras operaciones. Somos una organización que trabaja para disminuir emisiones y para aumentar la adaptación de los sectores vulnerables, pero aún así emitimos gases. Y en el momento en que una organización como la nuestra empieza a pensar en su impacto, empieza a ver la necesidad de actuar para que sus propias operaciones no contribuyan a aumentar el calentamiento global”.

Uno de los principales desafíos para las organizaciones en términos de carbono neutralidad tiene que ver con la recolección de datos y la adaptación de sus sistemas de monitoreo e información a las necesidades de los protocolos para contabilizar las emisiones. “Hacer el cálculo no es tan difícil; el desafío es obtener los datos necesarios para hacer el cálculo. En el caso de Avina, hemos tenido que dedicar el trabajo de una persona durante dos meses para recabar toda la información que necesitábamos, principalmente sobre los vuelos y los hospedajes, información que estaba dispersa en nuestros sistemas. Tuvimos que hacer encuestas para preguntarle a la gente por su modalidad de trabajo, si era en la oficina o en su casa, y tuvimos que pedir a las oficinas, que están por muchas ciudades del continente, que enviaran sus datos de consumo energético, y ahí considerar la matriz energética de cada país”, explica Strobel. Pero, a la par de la recolección de datos, se está realizando la adaptación de los sistemas de información para que el proceso sea automático. Por esto se dice que la carbono neutralidad es un proceso: en su estrategia Avina Carbono Neutral, la organización proyecta alcanzar la neutralidad de emisiones al 2025, no solo para sus operaciones, sino también para la totalidad de los proyectos de la organización.

Un precio no asumido

Para avanzar hacia la carbono neutralidad, es necesario realizar una inversión en recursos financieros y tiempo de los equipos de trabajo. En el caso de pequeñas empresas y organizaciones, esto puede generar preocupación debido a que muchas veces los recursos, en tiempo y fondos, son limitados. No obstante, existen estrategias para incorporar este costo en un presupuesto, lo cual no solo redundará en beneficios para la sociedad, sino también para la organización. “Las organizaciones tienen que empezar a incorporar ese costo en sus proyectos. Para eso, es necesario hacer el cálculo de qué porcentaje se debería aumentar el fee de la organización para cubrir ese valor, que es muy pequeño en relación al monto total de un proyecto. Y eso no va a generarles pérdidas de contratos o posibilidades de financiamiento; al contrario, si hablamos del tercer sector, cada vez más se valora la neutralización de emisiones en los proyectos, es un agregado de valor”, señala Strobel.

Pero el verdadero costo que no está siendo asumido hoy en día por la humanidad es el costo del cambio climático. Dice Strobel: “Una empresa de automóviles, por ejemplo, produce un coche para vender y considera en su precio el material, los recursos humanos y la venta. Y ahí termina. Pero su ciclo de vida es mucho más largo. Ese coche va a emitir gases de efecto invernadero, va a generar congestión en las carreteras y cuando termine su vida útil va a convertirse en chatarra que va a contaminar en algún lugar. Todo eso representa un costo para el Estado y la sociedad. Cuando nadie se hace cargo de ese costo, tenemos el impacto negativo para la sociedad como un todo. Si la empresa y el estado no asumen el costo, lo asume la sociedad. ¿Cómo? Con problemas respiratorios, problemas de salud que deben tratarse en un hospital y eso también genera un costo. Esto es lo que en economía se conoce como externalidad. La generación de emisiones de una organización o empresa es una externalidad negativa de su accionar, que se compensa cuando la organización incorpora ese costo”.

Todos nosotros estamos usando al planeta for free”, dice Pedro Soares. “Estamos quemando combustibles fósiles sin pagar por el cambio climático que estamos generando. Ahora estamos en el límite planetario y no podemos ignorar más ese costo”. Según Soares, la tendencia indica que en pocos años la neutralización de emisiones dejará de ser un acto voluntario y se convertirá en una obligación. Ya existen experiencias de políticas públicas de regulaciones en este sentido: “Europa tiene regulado su mercado de carbono hace años, con metas y límites definidos para compensación y reducción de emisiones. Japón, China, Corea del Sur, Kazajstán son países que ya tienen sus regulaciones. En el continente tenemos al Estado de California, en Estados Unidos, o Colombia, que también tiene una regulación para los combustibles fósiles. Brasil, México y Argentina todavía no tienen regulaciones de este tipo, pero yo veo el futuro muy claro: para asumir las externalidades tenemos que ponerle precio al carbono”.

Asumir las externalidades también implica asumir el compromiso de aportar a la solución de un problema global. En el sistema multilateral de gobernanza climática, los países o partes firmantes asumen los compromisos de reducción de emisiones, que están expresados en sus compromisos nacionales climáticos (NDC por sus siglas en inglés) y son quienes tienen la obligación de cumplir esos compromisos para alcanzar la meta global. En este sentido, los actores no estatales no tienen la obligación de rendir cuentas ni de reducir sus emisiones; no obstante, para que un país pueda cumplir sus compromisos climáticos debe asegurar que las empresas y organizaciones hagan su contribución. “Si bien las industrias no tienen que reportar sus emisiones a la convención del clima, toda vez que una industria reduce sus emisiones, se refleja en el resultado del país. Si las industrias reducen sus emisiones y si reducimos la deforestación, si cambiamos combustible fósil por energías renovables, las emisiones del país tienden a reducirse también y el resultado mejora”, dice Soares. De este modo, las empresas y organizaciones que avanzan hacia la carbono neutralidad contribuyen directamente con la meta ideal de limitar el calentamiento global en 1,5 °C.

Fuente: IDESAM

Una cuestión de voluntades

Los años recientes fueron decisivos para la acción climática: en el marco multilateral, los países presentaron sus compromisos actualizados y más ambiciosos, y en el debate público la problemática del cambio climático cobró especial relevancia, sobre todo tras el surgimiento de los movimientos de jóvenes activistas por el clima. Juliana Strobel señala que “el año pasado, por cuenta de la pandemia, observamos que cuando el mundo para, el aire se renueva, y eso favoreció a que las organizaciones y las personas se pregunten qué más pueden hacer por el clima”. Además, la crisis de los incendios en la Amazonía y en otros bosques del mundo, desde California, Australia, hasta el Gran Chaco, ha generado fuertes reacciones por parte de la sociedad que cada vez es más consciente de la importancia de proteger las áreas boscosas del mundo, que son la base para sostener la vida en la Tierra.

La estrategia de compensaciones de IDESAM está alineada con el propósito de preservar el bosque amazónico. En Brasil, la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la deforestación. Para Pedro Soares, el problema es extremadamente complejo y tiene muchas aristas, aunque en buena medida gira en torno a la ausencia de controles y monitoreo de la deforestación ilegal y a la falta de alternativas de desarrollo económico para las comunidades de la región. Por esto, el método de compensación de emisiones a través de la generación de productos agroforestales en áreas protegidas es una forma de prevenir la deforestación y generar desarrollo económico sostenible para las comunidades. “Pero IDESAM por sí sola no puede revertir el problema de la Amazonía, que depende de una agenda de controles y de una agenda propositiva de incentivos económicos”, dice Soares. “Allí es donde más trabajamos, con la agenda propositiva, para fomentar la agroforestería y los servicios ambientales, generar ingresos para comunidades indígenas y campesinas”.

Modificar los sistemas de información y monitoreo es posible. Pero nada sería posible si la gente no quisiera hacerlo, y la gente quiere.

Juliana Strobel, Gerente Programática de Fundación Avina

IDESAM está experimentando un crecimiento importante en cuanto a los socios y aliados que se suman al programa Carbono Neutro. En 2018, incluso, tuvieron la experiencia de hacer la compensación de la gira de la banda de rock Pearl Jam en Brasil, para la cual se plantaron diez mil árboles. Según Victoria Bastos, “En 2020, creímos que no tendríamos un crecimiento muy grande debido a la pandemia, pero nos sorprendimos y tuvimos el mayor número de clientes en términos de sociedades en un solo año. Percibimos que cada año existe más interés, desde individuos y organizaciones, en incluir la compensación y la neutralización del carbono en sus compromisos corporativos, sus actividades y sus eventos. Vemos que hay una tendencia grande y todos los años estamos creciendo”.

Para Juliana Strobel, el factor más importante es la voluntad de la gente y de las organizaciones, y eso está presente. “Eso me tranquiliza, porque modificar los sistemas de información y monitoreo es posible. Pero nada sería posible si la gente no quisiera hacerlo, y la gente quiere. En la experiencia de Avina, he visto que las personas preguntan cómo pueden aportar, incluso independientemente de la organización, cómo pueden hacer el cálculo de sus emisiones personales, de sus hogares, para sumarlas a la compensación”. 

La estrategia Carbono Neutral de Avina está en pleno proceso de implementación y todavía enfrenta desafíos y mucho trabajo por hacer. No obstante, como señala Strobel, las mayores dificultades son tecnológicas y no humanas; por lo tanto, es posible superarlas. Y es que, más allá de que se trate de una persona, una gran empresa o una pequeña organización, en términos de emergencia climática hay un mismo mensaje: tenemos que actuar ahora.

Por Yanina Paula Nemirovsky (Fundación Avina)

El contenido de esta publicación no refleja la posición de la Fundación Avina sobre el tema.